Hay momentos en los que se nos encoge el corazón. Son momentos en los que tenemos que dar el paso, situaciones en las que tomamos decisiones en las que optamos por algo importante, pero que nos llevan a romper con algo que supone algo importante para nosotros, o algo que creemos que no puede salir bien y puede llevarnos a una situación de fracaso.
Miramos a un lado, al otro, adelante y atrás. Miramos dentro de nosotros mismos o hacia aquellos a quienes queremos y no deseamos defraudar. Miramos, tal vez, con la duda y con la falta de confianza en uno mismo y en lo que se quiere alcanzar.
De repente veo al frente, a lo que quiero y deseo, a lo que busco, necesitó y anhelo. Veo y visualizo lo que ello es y ya supone para mí y los míos. Veo, siento y oigo como repercute en mí, en mí vida, en mis relaciones, en mí desarrollo personal, familiar o profesional.
Veo, visualizo y siento. Entonces la duda se transforma en un querer que me lleva a dar el paso. Me atrevo porque no creo arriesgar, sino más bien elegir, escoger y asumir lo que yo quiero vivir.