5/7/12

Vivir el momento



Cuando alguien tiene ya sus años, cuando los tres últimos han sido duros por haber perdido al compañero de su vida, cuando una caída le produce una ruptura de cadera, tiene que ser operada, adquiere una infección intrahospitalaria que le lleva a a una infección pulmonar crónica que se añade a una cardiopatía seria, etc. ¿Qué podría sentir uno? Tal vez ganas de que llegue ese descanso eterno.

Pero no. En este caso se aferra a la vida, y no como el que huye de la muerte por temor a ésta. Tampoco es la comodidad del que se ha instalado en la vida y no quiere dejarla. 

Vivir el instante, con el desgaste que ello puede supone. Vivir el instante con las mismas preocupaciones de siempre que no es precisamente el propio dolor o la propia enfermedad. Vivir el instante preocupándose de cómo están o necesitan los demás.

Lo que le ha dado sentido a su vida en lo bueno se lo sigue dando en lo malo. Y es que el que es capaz de vivir el instante, no muere, tiene vida. La tiene porque la vida es su única preocupación. Quien vive el instante, en el instante ve a Dios.