19/8/11

Los tres pilares de éxito



Hay tres pilares fundamentales a la hora de alcanzar el éxito en las tareas que nos proponemos en nuestra vida: actitud, motivación y actitudes positivas con el entorno que nos rodea. Si realmente cultivamos estos tres elementos el éxito estará tocando a nuestra puerta. El éxito no llega por casualidad, sino que es más bien el fruto de unas actitudes y circunstancias  que nosotros creamos.


  1. La actitud es fundamental. El 85% del éxito o fracaso de lo que conseguimos en la vida se debe a la actitud que tenemos, mientras que el 15% se debe a las habilidades que podemos tener. Dentro de la actitud podemos tener en cuenta nuestro estado anímico, es decir, el ánimo y el espíritu con que afrontamos los objetivos. Si de entrada somos pesimistas difícilmente conseguiremos alcanzar lo que deseamos. Si caminamos con dudas permitimos que el miedo y la inseguridad se instalen en nosotros y si consiguen hacerlo nuestra mente estará más orientada al fracaso que al propio éxito. La actitud perdedora es una actitud profética de nuestro propio fracaso.
  2. La motivación es el motor, es lo que nos mueve, lo que hace que demos es paso, lo que indica que hay un sentido en aquello que hacemos. No es lo mismo estar cavando y transportando piedras por el simple hecho de hacerlo que por construir la propia casa, que por ganarse un salario o por hacer una obra de arte. Los motivos, sean internos o externos son elementos que alimentan el sentido de la vida, los que hacen que las cosas encajen dentro de nuestro esquema mental y de actitudes. La vida no es simple cuestión de azar y de ir haciendo cosas como salgan. Todo lo vamos metiendo en el saco de aquello que nos ayude a realizarnos como personas y a sentir que vamos creciendo en la vida y desarrollándonos.
  3. Las actitudes positivas con el entorno y sus personas son también la clave. Lo es porque es la manera en como preparamos el terreno, el modo en como vamos creando las circunstancias y sobre todo la manera en como podemos beber de las fuentes que nos rodean y hacer que éstas mismas nos apoyen en lo que queremos conseguir. La actitud positiva con el entorno hace que atraigamos, ley de atracción, todos aquellos elementos que apoyarán nuestras necesidades y objetivos.
Es por ello que nunca estará de más el ver la congruencia que tiene que haber en nosotros entre la actitud, la motivación y nuestras relaciones con el entorno porque muchas veces, y sin ser conscientes de ello, marchamos o caminamos en dirección contraria.

Un ejemplo que con todo el respeto del mundo pongo sobre la mesa son los cantos que muchas veces tenemos en la Iglesias que en vez de ser una llamada a la vida están cargados de falta de sentimiento positivo. Otras veces, por ejemplo, nuestra manera de caminar, arrastrando los pies y encorvados, dejan ver la falta de ilusión que tenemos en lo que hacemos o hacia donde vamos. Hay situaciones en las que el lenguaje que utilizamos es más depresivo que esperanzador, más de víctimas que de personas que caminan hacia la libertad, más de dependencia de otros que de proactividad y de responsabilidad personas.

¿Qué actitud tengo? ¿Qué me motiva o lleva a querer lo que quiero conseguir? ¿A quien me arrimo, o con quien me relaciono para poder conseguirlo? Son pilares que no debo de despreciar.