No esa fácil escuchar, es algo tan difícil como olvidarse de si mismo, de las propias ideas, de las propias experiencias, de las propias creencias que nos acompañan a lo largo de la vida, de lo que forma parte de nosotros mismos para centrarnos en lo que está en frente nuestra.
Es muy fácil estar al lado de una personas e intentar adivinar lo que ellos quieren decir; es muy fácil escuchar a los demás y emitir juicios sobre lo que ellos hablan; es muy fácil escuchar y compadecerse, incluso, del dolor que ellos sienten. Lo más difícil, y al mismo tiempo, lo más hermoso de todo, es guardar silencio, entender, colocarse en el lugar del otro y aprender, conocer, interesarse por el simple y mero hecho de apreciar y valorar la experiencia de otra persona.
Escuchar no es rebatir, querer ganar o tener la razón; tampoco es tener preparada la respuesta a lo que la otra persona está diciendo. Escuchar es saber estar ahí, en el mundo del otro, aprendiendo y dejando que otros aporten a nuestra vida.