3/7/15

La verdad y nuestras ilusiones.


«Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto», decía Henry Ford. La verdad es que el mundo de las creencias tiene un auténtico poder sobre nosotros, al punto que condiciona todos y cada uno de los pasos que damos en la vida. Unas veces para bien y otras para mal, pero somos cada uno de nosotros los que tomamos las decisiones y los que al final acertamos o nos equivocamos. 

No es la primera vez que alguien no está de acuerdo con lo que pensamos y creemos. Cuando nos muestran sus ideas o creencias tendemos, por lo general, a contrarestarlas justificando y defendiendo las nuestras. ¿has visto los debates que muchas veces vemos en la tele? ¿alguna vez se paran en profundizar las ideas de los demás? Es más, no nos gusta que nos interroguen, nos pregunten o profundicen en nuestras propias creencias. Nos sentimos como cuestionados y rápidamente sacamos nuestro instinto de defensa. Con ello lo único que conseguimos es no profundizar en nuestra propia verdad y salir de nuestro propio error si es que en él estuviéramos.

La humildad y la libertad son dos valores que caminan juntos de la mano para ayudarnos a vivir plena y conscientemente de nuestra realidad. Humildad porque nuestras verdades no están cerradas y siempre son susceptibles de aclararlas, mejorarlas o cambiarlas. Libertad porque no somos nuestras ideas ni creencias, sino que éstas están al servicio nuestro. El miedo que nos aferra a nuestras creencias y nos impide profundizar en ellas o ser libres ante ellas es el miedo que nos impide ver la realidad de la vida y aprender lo que la vida nos enseña.