12/11/14

Tener una misión.


¿Cuál es la diferencia entre levantarse por la mañana sin un objetivo y empezar el día con uno?

¿Y la diferencia entre sentir que tienes una misión en la vida y el vivir como si no la tuvieras?

Tener un fin en la mete, un sentido, un objetivo, ¿puede marcar alguna diferencia?

Yo creo que sí. Levantarse con un fin en la mente te carga de energía. Conozco a alguien que le costaba levantarse de la cama. Lo podían dejar en la cama hasta las doce del mediodía que no se enteraba. Pero cuando hacia planes y tenía que levantarse temprano porque iba de excurisión, viaje, pesca o algo que había decidido, no necesitaba despertador, aunque fuera de madrugada.

Cuando lo veía actuar de esa forma me daba cuenta de lo importante que era tener un plan, una ilusión, un objetivo. Veía a esa persona con más energía, con una sonrisa en la cara, caminando de forma más alegré y dinámica.

Recuerdo la película de la Vida es Bella, basada en una historia real de un campo de concentración. Recuerdo como había unos objetivos en la mente que hacía que todo pareciera un juego. Recuerdo haber leído el libro "El Hombre en busca del sentido", basada en una historia muy parecida. Veías que cuando la vida tiene un sentido las dificultades pasan a un segundo plano. Todo se convierte en un reto. El objetivo es más poderoso que el dolor que puedes estar pasando.

Es el sentido que sienten la madres y que sentimos también los padres. Sacamos fuerzas de donde muchas veces no las tenemos. Es la fuerza del sentido, la fuerza de una idea, la fuerza de una creencia, la fuerza de un objetivo.

Para quien no tiene metas, objetivos y sentido el día de hoy es igual al de ayer y muy probablemente al de mañana. Pero cuando hay sentido, ¿existe algo a nuestro alrededor que nos perturbe?

La lluvia no moja,
el frío no cala. 
El sueño no cansa,
el dolor no existe.
Como droga
que recorre nuestro cuerpo,
el motivo y el sentido
lo llenan de energía.
Y la vida es algo
nuevo, diferente
que se vive con alegría.