“Tsien Wu dijo a Sun Siu Au: "Señor, usted fue tres veces primer ministro y no se sentía orgulloso de ello; fue cesado tres veces y no mostraba ningún abatimiento. Antes yo no tenía plena confianza en usted, pero ahora veo cuán regular y calmadamente pasa el aliento por sus fosas nasales. ¿Cómo domina su espíritu?"
Sun Siu Au respondió: "¿En qué aventajo yo a los demás hombres? Cuando el cargo me fue confiado, consideré que no debía rehusarlo. Cuando me fue quitado, pensaba que no debía conservarlo. Consideraba que tener o no ese cargo en nada cambiaba lo que yo era y que no había ninguna razón para mostrarme abatido. Esto era todo ¿En qué sobresalí yo de los demás? Además yo no sabía si el honor era para la dignidad del cargo o para mí mismo. Si el honor pertenecía al cargo, no era para mí, y si me pertenecía, no tenía nada que ver con el cargo. Con esta incertidumbre y tomando todo en consideración, no tenía ocasión para averiguar si los hombres me estimaban importante o ínfimo."
Tsung Ni escuchó esto y dijo: "El verdadero hombre de antaño no puede ser descrito plenamente por los grandes sabios. La belleza no puede conducirle a la disipación y no puede ser asaltado ni por el ladrón más peligroso. Ni el emperador Fu Hi ni Huang Ti pudieron coaccionarle en base a su amistad. La vida y la muerte son acontecimientos llenos de importancia, y sin embargo, no podían alterar su ser más profundo, ¡Cuánto menos le importaría el cargo y los privilegios! Con tal naturaleza, podía subir sin impedimentos a la montaña Thai, sumergirse sin mojarse en la charca más profunda, desempeñar la más humilde e ínfima función sin ser humillado por ello. Cuanto más daba a los demás, más le quedaba para él”.