No es fácil entender las cosas cuando suceden sobre todo si no vienen dadas como lo esperamos. Una vez pasado el tiempo podemos comprender las cosas un poco mejor, no por lo que significaron en sí en su momento, sino por lo que han supuesto y aportado a la vida. Podemos decir que los momentos difíciles nos han ayudado a crecer y a madurar como personas. ¿Por qué no lo entendemos en el momento?
Tenemos ideas fijas. Es es símbolo de la seguridad que nos dan las ideas, las situaciones. Queremos más lo malo conocido que lo bueno por conocer.
Salir de la zona de comodidad. Crecimiento y desarrollo levan consigo toda una serie de cambios que nos obligan a cambiar viejos y cómodos hábitos, actitudes o situaciones por otras nuevas que nos llevan de una situación cómoda a otra menos cómoda e incluso de inseguridad. Abandonar estas zonas de comodidad nos echa muchas veces para atrás.
Los miedos a lo desconocido nos llevan a frenarnos ante lo que nos sabemos y ante lo que no controlamos. Colocamos el miedo por delante de lo que sucede y nos espera e vez de estar abiertos a lo que la vida nos presenta.
Es difícil mantener la calma en estas situaciones, pero es precisamente la calma y la tranquilidad la que nos permiten ven con mucha más claridad lo que hay en cada situación. Los prejuicios se instalan en nuestra mentes y no nos permiten ver de manera objetiva la realidad que nos rodea.
Tal vez hay una pregunta que siempre puede ayudarnos en cada una de estas situaciones: ¿Qué puedo aprender en ésta situación? ¿En qué tengo que crecer? ¿Qué me aporta de nuevo ésta vivencia? si lo miramos fría y objetivamente, ¿no es la vida en si misma un constante cambio desde el momento que hemos nacido? ¿Ha dejado de moverse por un sólo segundo el sistema en el que vivimos?
Todo fluye, todo cambia, todo es movimiento como diría Heráclito. Nosotros somos movimiento desde el punto de vista físico aunque mentalmente queramos anclarnos en situaciones en las que nos encontramos a gusto pero, por propia naturaleza, vamos en contra nuestra si es que decidimos estancarnos y quedarnos aprisionados en los viejos esquemas de la vida o de nuestras propias ideas o creencias.