Hoy en la tele se encuentran una madre y una hija de dieciséis años que llevan tres meses sin hablarse. Un problema típico de la adolescencia les ha llevado a esa situación. Hay situaciones que no pueden aguantarse oír mucho tiempo. Esta era una de ellas y la niña decide acudir a un programa de television y compartir sus sentimientos con su madre. Acaban manifestando una a la otra lo mucho que se quieren y lo mucho que se necesitan.
Me quedo pensando un poco y me pregunto: ¿Por qué será tan difícil la comunicación entre las personas?
Hay momentos en los que nos comunicamos y parece que herimos o que nos hieren cuando compartimos lo que sentimos.
En otras ocasiones el silencio es el lugar donde nos parapetamos ante la falta del apoyo de los demás.
En otras buscamos ayuda en amigos o profesionales. Aun así puede haber un sentimiento de que traicionamos a nuestros padres, amigos o familiares por buscar ayuda mas allá de ellos, como puede ser el caso antes expuesto.
Comunicar los sentimientos y colocarse en el lugar del otro tal vez sea la mejor solución y ello implica algo tan importante como:
No cuestionar los sentimientos es importante, equivocados o no, absurdos o irreales, son lo de la otra persona. Hay que respetarlos. En la medida que intentemos comprenderlos y sentirlos la otra persona se dará cuenta o no de que simplemente la escuchamos.
Cuando hablamos no pedimos consejos, pedimos que se nos escuche. Quien aconseja muchas veces no habla desde lo que vivimos y sentimos nosotros.
Simplemente escuchar y valorar lo que se comparte; escuchar e interesarse por lo que se siente y lo que supone para quien lo siente.
Y eso si, compartir lo que yo siento, no lo que tu me haces sentir. Mis sentimientos abren las puertas al otro. Lo que el otro me hace sentir, si es negativo, lo lleva a no escucharme y tal vez ponerse a la defensiva.
Me quedo pensando un poco y me pregunto: ¿Por qué será tan difícil la comunicación entre las personas?
Hay momentos en los que nos comunicamos y parece que herimos o que nos hieren cuando compartimos lo que sentimos.
En otras ocasiones el silencio es el lugar donde nos parapetamos ante la falta del apoyo de los demás.
En otras buscamos ayuda en amigos o profesionales. Aun así puede haber un sentimiento de que traicionamos a nuestros padres, amigos o familiares por buscar ayuda mas allá de ellos, como puede ser el caso antes expuesto.
Comunicar los sentimientos y colocarse en el lugar del otro tal vez sea la mejor solución y ello implica algo tan importante como:
No cuestionar los sentimientos es importante, equivocados o no, absurdos o irreales, son lo de la otra persona. Hay que respetarlos. En la medida que intentemos comprenderlos y sentirlos la otra persona se dará cuenta o no de que simplemente la escuchamos.
Cuando hablamos no pedimos consejos, pedimos que se nos escuche. Quien aconseja muchas veces no habla desde lo que vivimos y sentimos nosotros.
Simplemente escuchar y valorar lo que se comparte; escuchar e interesarse por lo que se siente y lo que supone para quien lo siente.
Y eso si, compartir lo que yo siento, no lo que tu me haces sentir. Mis sentimientos abren las puertas al otro. Lo que el otro me hace sentir, si es negativo, lo lleva a no escucharme y tal vez ponerse a la defensiva.