A veces oyes cosas como la de "cría cuervos y te sacarán los ojos" o como la de "métete a redentor y saldrás crucificado". Tal vez haya algo de verdad en que la vida no siempre de lo que uno cosecha, pero por lo general la vida es agradecida con todo aquél que siembra, cosecha, trabajar y se preocupa de que lo que siembra pueda llegar a florecer.
No creo que haya un ser humano que en momentos determinados, y lo digo en plural, hayan tenido experiencias de amor, de verdadero altruismo en los que han dado de lo que tenían y desde buscar donde no tenían para seguir dando. Son dos aspectos muy importante.
- Uno da desde lo que es y desde lo que tiene. No se puede dar de lo que se carece. Unas veces lo hacemos de forma accidental y otras de forma mucho más consciente y programada. De forma accidental lo hacemos cuando se nos presenta a lo largo del día la posibilidad de echar una mano a alguien: das de tu tiempo, de tu escucha y atención, de tu bolsillo, de tu experiencia. Es cierto que pueden ser detalles aislados en los que no reparamos nosotros, los que damos, pero que si es importante para quien se encuentra perdido en un lugar, necesitado en algún aspecto y que aprecia nuestra gota de agua como si se tratara de un manantial. No es lo mismo valorar desde la abundancia que desde la escasez. Los que carecen de algo, y ese algo es necesario e importante para ellos, valorarán mucho más lo que reciben que lo que puede valorarlo el que lo da. Si tomo consciencia de la repercusión que tiene en quien lo recibe entonces sí lo valoraré e incluso lo incrementaré.
Pongo un pequeño ejemplo: ¿Te acuerdas de la parábola del Bien Samaritano? Hay quien pasa de largo, pero el samaritano decide pararse en el camino. Pero no se para, ve y observa. Toma acción. Ayuda, lo atiende, lo monta en su cabalgadura, lo lleva a una posada, lo deja allí e incluso deja dinero por lo que pueda necesitar. Eso nos lleva a la segunda cuestión
- Cuando se está en actitud de dar no solo te conformas con dar de lo que tienes sino que, al ser consciente de la necesidad y de la repercusión que tiene lo que das en otras personas, acabas por aprender, incorporar e incrementar nuevas actitudes, acciones y hechos en tu vida, por lo que dar se convierte en dar a los demás y darte a ti mismo.
Las personas que se dan a los demás siempre lo han dejado bien claro y de manifiesto. El que ama acaba recibiendo más de lo que recibe, porque aprender a dar más de lo que en principio tenía y porque recibe de la persona que ama, unas veces de forma directa con una sonrisa, agradecimiento, resolución de su situación, etc y otras ayudándonos a crecer a través de la ampliación de nuestras cualidades. Es la reciprocidad del amor.