Segismundo García, varón, residente en Segovia, dormía plácidamente en su cuarto cuando entró un ladrón y le robó un objeto de valor.
García lo ve y, sin embargo, no dijo nada a la policía.
¿Curioso, verdad? Pues nos lo pusieron hace unos días en un taller de formación. Hubo una lluvia de ideas y todos fueron aportando algo:
- ¿Miedo?
- ¿Involucrado en el robo?
- ¿Inseguridad?
- ¿Conocía al ladrón?
- ¿Lo robado le delataba?
Lo más curioso de todo es que todo lo que aportábamos eran suposiciones de lo que podía haber ocurrido. Nadie osó preguntar nada, ni tan siquiera quien era el tal Segusmundo García. Cuando nos presentaron a Segusmindo García nos quedamos con caras de tonto. ¡Eh aquí a Segismundo García!:
La realidad es que un bebe así poco podría decirle a la policía. ¿Qué aprendemos de todo esto? Que muchas veces actuamos en la vida por "suposiciones" más que por un análisis de las situaciones sin prejuicio alguno. Todo ello deja en evidencia el nivel de comunicación que a veces tenemos a nivel personal, familiar, laboral, etc.
¿No te ha ocurrido a ti alguna vez que has supuesto cosas, te has dejado llevar por las suposiciones, han tomado actitud en base a ellas, que te han supuesto algún problema bien gordo y que al cabo del tiempo todo lo que habías supuesto eran inexistente? Un problema causado por algo irreal por no tomar parte de una comunicación clara, sincera, directa y sin ningún tipo de prejuicio.
La vida es algo más que suponer; es indagación de lo que tenemos en frente de nosotros, curiosidad por conocer las cosas o las personas tal y como son. Es dejarse sorprender y aprender de la misma vida y de las personas que nos rodean. Es tener una capacidad de escucha de las personas y de la vida, una escucha preparada no a justificar nuestros pensamientos o ideas, sino a conocer lo que otras personas piensan, creen, sienten y experimentan en la vida,
Es cuestión de empatía, de ponerse en los zapatos del otro y aprender desde lo que la vida es o las personas son y nos ofrecen. Es ser libre de verdad, no estar encadenado ni tan siquiera a nuestras propias ideas o creencias.