Ayer leía en el País Semanal a Borja Vilaseca reflexionar sobre las actitudes para la búsqueda de empleo, por no decir trabajo, en los momentos actuales. Y digo por no decir trabajo porque lo que más se busca es eso, empleo y no trabajo. A veces me encuentro con personas a las que le ofrezco eso, la oportunidad de trabajos que pueden hacer por sí mismos y me dicen que no, que quieren un empleo donde tener un sueldo seguro a final de mes. Y no cabe duda que eso poco a poco irá a menos, e irá a menos porque la demanda de trabajo es mucha y la oferta es poca. ¿Cuál es la solución? Pues esa misma, prepararse para ofrecer el propio talento y hacerlo de una forma diferente a los demás. Y Borja Vilaseca nos da nueve ideas que son realmente interesantes:
1. Tomar las riendas de nuestra vida profesional. Ha llegado la hora de hacerse cargo de ellos mismos laboralmente. Y de realizar una función profesional útil, creativa y con sentido, que preferiblemente no pueda automatizarse y digitalizarse por medio de las nuevas tecnologías, ni tampoco externalizarse a un país en vías de desarrollo.
2. Cultivar nuestra inteligencia emocional. No dejarnos llevar por el victimismo ni el sentimiento de culpa y si por la responsabilidad y la proactividad. Salir, en la medida de lo posible por nosotros mismos.
3. Entrenar la inteligencia financiera. Tomar conciencia de como ahorrar más, de como generar más dinero y de como hacerlo fluido en nuestra vida. Hemos estado acostumbrados a gastar y a ahorrar, pero no a invertir y generar nuevo dinero de tal manera que éste trabaje para nosotros y no nosotros para el dinero. Nuestra libertad financiera se mide en la cantidad de meses o años que podamos vivir sin necesidad de trabajar. ¿Es posible? Claro que sí, a través de la inversión y otros medios.
4. Descubrir el propósito profesional. Hemos trabajado muchas veces por necesidad y en cosas que no nos llenaban. De hecho esperábamos el fin de semana como agua de mayo. Empieza la era de comenzar a hacer del trabajo una extensión de lo que somos, de lo que nos gusta y de aquello que genera creatividad y pasión dentro de nosotros.
5. Decidir el rol laboral. Lo que mencionaba al principio de todo, intentar pasar de empleado a emprendedor. No ofrecer nuestro tiempo, nuestra mano de obra. Ofrecer nuestro talento, proyectos con un sello personal fruto de ese propósito personal que nos hace vivir con pasión y creatividad.
6. Hacer algo que nos apasione y que potencie nuestro talento. Solo así encontraremos la fuerza y la dedicación para dar lo mejor de nosotros mismos, potenciando nuestras virtudes y habilidades.
7. Encontrar un problema social que nos motive resolver. No hay nada como sentirnos útiles a los demás. Resolver necesidades a otras personas acrecienta nuestra disponibilidad, aumenta nuestra creatividad, nos hace sentirnos útiles y, queramos o no, puede ser una fuente de empleo.
8. Invertir en formaciones específicas. La vida es formación y crecimiento continuo y nos preparamos para resolver las necesidades de los demás de la mejor manera posible. Estamos llamados a ser los mejores dentro de nuestro campo. La mediocridad no tiene futuro. Seremos útiles en la medida en la que somos capaces de ayudar y satisfacer las demandas de los demás.
9. Desarrollar la marca personal. Una vez tenemos claro qué ofrecemos, el reto es descubrir cómo lo ofrecemos. Es decir, la manera en la que nos comunicamos y conectamos con las personas a las que pueden servir nuestros servicios.