6/6/12

Paso a paso



Me proponían ayer un negocio que resulta más que interesante. A medida que veía los resultados obtenidos hasta ahora me entusiasmaba más. La originalidad, la creatividad, la fotografía, el servicio eran parte de su atractivo además del económico que parecía bastante interesante.

La verdad es que dentro de mí nacía la idea de la expansión, de la creación de equipos de trabajo y de la consecución a través de él de un mayor crecimiento personal, técnico e incluso cultural, así como social pues implicaba conocer a mucha gente.

Hablando hoy con el creador de este proyecto que lo lleva desarrollando varios años hacía hincapié en algo importante: hay que ir despacio. Las ideas y los proyectos hay que pensarlos, generarlos y cuidarlos, no dejarlos que vayan a velocidad de vértigo hasta el punto de no poder controlarlos y por ello perderlos en un momento determinado.

La imagen del bebé me viene a la mente. El cuidado y el mimo que utilizamos con ellos es el mismo que debemos tener con todas nuestras tareas de la vida. Tal vez es el momento en que dejamos de tenerlo cuando perdemos el sentido de las cosas, de las personas y de la vida que compartimos.

Una pequeña revisión del cuidado que le doy a la familia, a los compañeros de trabajo, a los clientes e incluso a las cosas que tengo pueden llegar a determinar el sentido que tienen para mí y lo importantes que ellos me resultan.