5/7/16

Las dos manzanas: Un ejemplo que da para pensar.

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El poder de la palabra es indiscutible. De la misma manera que podemos hacer crecer y mostrar amor a una persona también sirve para el efecto contrario, para destruirla. Leía hoy una historia, experimente, prueba o como quieran llamarla bastante interesante:

Una maestra británica llamada Rosie Dutton de la escuela Relax Kids de Londres usó un método particular para poder explicarles a sus alumnos cómo las agresiones afectan a los otros. Para ello utilizó dos manzanas por alumno, y les pidió que a una la trataran con respeto y cariño y a otra que la insultaran. Luego de una semana la maestra cortó por la mitad cada manzana, mostrándoles cómo la manzana insultada estaba lastimada, con daños físicos, luciendo prácticamente triste. La manzana tratada con cariño, por supuesto, se mostraba intacta y deliciosa.
La historia parece sorprendente y no voy a dejar de experimentar con ella. Ya hace tiempo contaba experimentos que se hacían experimentos a nivel científico en los que se le decía a una persona sana que tenía mal aspecto, que estaba pálido y con aspecto febril y después de que 8 o 9 personas se lo hubieran repetido por separado la persona acababa con palidez y con fiebre.

El experimento de las manzanas no deja de ser curioso, al ser hecho con manzanas, y ver el impacto que nuestra actitud tiene hacia la naturaleza en sí. Pero lo que si está claro es la influencia que ejerce en nosotros.

No dejaría de ser interesante que un día fuéramos capaces de grabarnos a nosotros mismos y anotar todas las frases que emitimos hacia nosotros mismos y hacia los demás. Tal vez nos sorprenderíamos al vernos inmersos y participes de un mundo al que condenamos. Tenemos la desagradable tendencia de enfatizar lo negativo vs lo positivo, de buscar los fallos vs los aciertos, de condenar a los demás en vez de alabar y agradecer. Y si no, ¿por qué no nos apresuramos a grabarnos o a escribir todas y cada una de las expresiones que verbalizamos cada día? Y dejo de lado las miradas y los gestos, hacia conocidos y desconocidos.

Me recuerda a la botella medio vacía o medio llena. ¿Cómo la vemos? No como nos gustaría verla sino como realmente la vemos. ¿Cómo la vemos?