La creatividad se esconde tras el aburrimiento, leía hoy en Facebook. Y no deja de ser verdad, aunque no siempre sea la condición indispensable para ello.
Apágale a un niño la televisión y verás como por un par de minutos anda quejándose de que se aburre y de que no tiene nada que hacer. Al cabo de diez ya lo tienes imaginándose cosas, hablando solo o inventándose cualquier tipo de juego. No hay nada, pues, como el aburrimiento como para dejar que las cosas fluyan en la cabeza y pasen luego a la acción.
Si bien el aburrimiento puede ser la puerta de la creatividad también lo puede ser del hastío, del sinsentido de la vida. ¿Cuál es la diferencia? ¿Por qué unos se lanzan a pensar e imaginar mientras que otros se quedan de brazos cruzados?
Todo depende del sentido que le demos a la vida, un sentido que muchas veces se puede ver condicionado desde pequeños cuando recibimos la orden de "No hagas ésto, no hagas lo otro, etc."
El niño es imaginativo, libre, creador y se inspira en cualquier cosa para vivir y hacer de la vida algo divertido. ¿Dónde está nuestro niño interior?