23/8/11

Yo decido



Hay días en los que no te apetece trabajar. Miramos por la ventana y la falta de luz, el día nublado, la lluvia o el frío no invitan trabajar o realizar aquello que te gustaría hacer. Es uno de esos días en los que decimos que nos gustaría estar metiditos en la cama, viendo la tele y tomándonos un chocolate con churros. Días de éstos los hemos tenido todos. Reconocer que muchas veces sucumbimos ante las apariencias del día es reconocer que muchas veces dependemos de factores externos a nosotros para actuar, lo que es lo mismo que decir que las riendas de nuestra vida no las tenemos nosotros, sino factores externos. ¿Qué hacer?

El día y los factores externos no podemos cambiarlos, pero sí podemos cambiar nuestra actitud hacia esos factores. Ante la lluvia, por ejemplo, podemos tener una actitud reservada o la del niño que alegremente va pisando y con fuerza todos y cada uno de los charcos que se va encontrando por el camino independientemente de como van quedando sus pantalones. Podemos tomar una actitud de reserva, una actitud juguetona o una actitud de desafío. Nosotros somos los responsables únicos no de lo que hay frente a nosotros, pero si de como actuamos frente a lo que nos sucede.

Si nuestra actitud es positiva; los resultados serán positivos. Si nuestra actitud es negativa lo más probable es que los resultados también lo sean. No podemos cambiar las circunstancias, pero sí la manera de como afrontarlas, y al cambiar las formas de enfrentarlas podemos cambiar no sólo los resultados sino también los sentimientos y emociones que vamos sintiendo mientras lo vivimos.

Hay momentos en la vida en los que nos empeñamos en que las cosas sean única y exclusivamente cómo queremos. Nos cerramos en banda a otras maneras de hacer las cosas, y con ello a vivencias nuevas y muchos más positivas, así como a la consecución de lo que queremos.

Darme cuenta de que depende tan sólo de mi el cómo afrontar cada día, cada circunstancias, cada situación y cada contrariedad me hace sentirme dueño de mi propia realidad y de cómo yo la quiero vivir. Dejarme llevar por las circunstancias, por lo que veo y encuentro frente a mí, es permitir que los hechos sean los dueños de mi forma de responder a los mismos, quitan mi libertad de decidir lo que yo quiero y como yo quiero vivir.

La actitud mental positiva me da precisamente eso, elegir como vivir y enfocar mi vida hacia lo que yo, simplemente, quiero.