8/2/11

Otra vez gracias



Cada día me sorprende más mi madre. Una mujer hecha de una madera especial que, en medio de su gran dolor dolor e impotencia transmite paz, tranquilidad y sosiego, y además de todo se abandona en la manos de Dios y de los que Dios ha puesto a su lado. Hace unos minutos se la llevaba la ambulancia, una vez más, hasta el hospital. La imagen que vino a mi mente de ella era la de un bebé que se deja llevar en brazos de uno y de otro, con la sencillez de su sonrisa, y la tranquilidad de quien se siente segura en manos de Alguien que le dio vida, le dio el poder de transmitirla biológicamente, y la sigue dando a aquellos que viven a su alrededor.

Ante el dolor ves en ella el simple primer gesto de quien se ve sorprendida por algo puntual, un pequeño gemido que te hace mirar para ella y un silencio que asume con tranquilidad y sosiego aquello que acaba de sufrir para dejar caer de repente un "ya pasó, no te preocupes".

Al verla, pienso en una frase de Albert Einstein que publiqué hace unos días en la que decía que la madurez de una persona llega cuando deja de pensar en si misma, y se preocupa por los demás. Veo en ella, como también lo he podido ver en otras personas, que cuando haces del dolor una parte real y compañera de tu vida, el dolor cobra sentido, el dolor te hace crecer y el dolor te hace más fuerte. Lo más importante de todo es que en medio del dolor todavía te ves generando vida, para tí y para los demás.

Podría decir que parece mentira que tengamos que aprender de las personas que luchan y batallan en el filo de la vida, pero éstas personas nos recuerdan que viven de valores y no de sentimientos, que las sostienen unas creencias en las que han basado toda su vida, y que en los momentos duros de la vida, la vida tiene una consistencia: la fe pura y dura, en el caso de mi madre, de un Dios que es algo más que un dogma, que una doctrina o una herencia cultural, un Dios que es fuente de vida para ella, y generador de vida, a través de ella, para los demás.

Otra vez, gracias, MAMÁ