¿Cómo ando de disciplina? ¿Soy fiel a mis planes y proyectos? ¿Reniego de lo que me exijo día a día o me siento satisfecho? La disciplina es un valor que no creo que dudemos de él, pero muchas veces se da el hecho de que la disciplina nos hace sentirnos agobiados y la mirada se nos va, por momentos, hacia situaciones en las que nos gustaría sentirnos liberados de las pautas que nosotros mismos nos marcamos.
La disciplina para entenderla y valorarla tiene que estar íntimamente unida y relacionada con las metas y objetivos que nos proponemos y deseamos alcanzar en la vida. Puede ocurrir que nos valoremos suficientemente esas ilusiones, bien porque sean impuestas, bien porque las asumimos socialmente sin hacerlo plenamente de forma individual.
Cuando el sentimiento de lo que queremos permanece en el horizonte de nuestra mente, los pasos y los esfuerzos que tenemos que dar cada día tienen más sentido y son mucho más llevaderos, es más se sienten como una fuerza que nos libera y que nos hace crecer como personas en sí.
De todas formas siempre cabe una pregunta, ¿hay disciplina en nuestra vida? ¿la necesito? ¿cuáles son los ejercicios de disciplina a los que me someto constantemente? Porque a lo mejor la disciplina no tiene una presencia tan significativa en nuestra vida, y tal vez ello es que no nos hemos propuesto metas realmente significativas.