Los tiempos que corren son un tanto difíciles para la economía. Vivimos una situación en el que el 25% de la población no tiene trabajo. Muchos se lanzan a la calle protestando por la situación y otros buscan desesperadamente que alguien les contrate y les ofrezca ese trabajo que tanto ansían. Pero son pocos los que lo logran y son muchos los que dejan a un lado otra gran alternativa que está siendo una gran oportunidad para los que tienen una pizca de ingenio y atrevimiento: ser emprendedor.
Trabajar por cuenta propia sin tener un sueldo que te respalde y te espere a fin de mes es duro. Buscamos la seguridad. Es probablemente esta seguridad la que nos mantiene en cierta zona de confort que nos paraliza y nos impide soltar las cadenas que nos impiden confiar en nosotros mismos y en nuestros propios recursos.
Ser el propio jefe es algo que todo el mundo quiere, pero que tiene un alto riesgo ya que dependemos única y exclusivamente de nuestro esfuerzo, empeño, tesón, trabajo y fortaleza. Nos es más cómodo el depender de otros. Recuerdo que en cierta ocasión alguien me decía que la mejor manera de aprender a nadar es la de lanzar a alguien al agua y dejarlo sólo. En otra ocasión una psicóloga decía que la mejor manera de vencer el miedo a una serpiente era de de enfrentarse a ella. Es cierto que has situaciones y situaciones, pero también que las zonas de confort que nos hemos fabricado y en las que vivimos no nos permiten muchas veces en confiar en nosotros mismos.
Para ser emprendedor hace falta tener una buena dosis de confianza en uno mismo. ¿No crees? ¿A qué esperas?