¿Sabes quien es la persona con la que más te comunicas a lo largo del día?
Uno mismo.
A pesar de que estemos en el trabajo o en casa compartiendo con la familia nuestro diálogo interno no cesa ni un instante.
¿Qué importancia puede tener éste dato?
Fundamental. Si somos conscientes de todos los mensajes que nos enviamos constantemente nos daremos cuenta que de ellos depende muchas veces nuestra actitud ante la vida y ante las personas.
Mensajes, tales como que torpe soy, que inútil o que tonto, irán creando en nosotros ese sentimiento de torpeza, de inutilidad o de baja autoestima sin que posiblemente nos demos cuenta de ello. Por el contrario, ni el mensaje que nos lanzamos continuamente es de triunfo, de éxito, de optimismo o de ánimo, nuestra vida se verá encaminada por un camino en el que nos sentiremos seguros, tranquilos y con ganas de intentar una y otra vez la consecución de los sueños o de las metas que nos proponemos.
Nuestro lenguaje, el dialogo que mantenemos con nosotros mismos, las imágenes que nos lanzamos van conformando nuestro espíritu y nuestra actitud hacia la vida y hacia lo que buscamos. ¿Por qué no ser optimistas reales y cuidarnos a nosotros mismos? ¿Por qué no mimarnos en nuestra mente y cuidar nuestra salud mental para que una buena autoestima y un buen espíritu nos vayan llevando en volandas hacia donde queremos ir.