1/7/14

Ser libre para crecer.



Es curioso como a veces hay situaciones que frenan a unos y lanzan a otros, como situaciones que cuando las dejas te permiten ser diferente.

Lo digo porque en cierta ocasión se dio una situación bastante paradójica en un grupo de trabajo. Uno de los miembros, que tenía la libertad de hablar, exponer, dirigir y de organizar permanecía un tanto al margen del grupo hasta que un día chocó con otro miembro más y decidió unirse a otro grupo dentro de la misma empresa.

Curiosamente a partir de entonces pareció que se abría el tarro de sus esencia: participaba mucho más en el grupo, según comentaban los compañeros, llevaba ideas, se sentía involucrado e incluso servicial. Y eso era bueno tanto para é, como para el grupo como para la misma empresa.

Después de muchos años conseguía llevar a cabo sus objetivos y los de la empresa. Y desde ahí surge la duda, la pregunta: ¿Qué hace que rindamos en unas situaciones y en otras no? ¿Hasta que punto somos víctimas de situaciones en las que perdemos la libertad y la iniciativa o tenemos la suerte de ganarla y potenciarla?

Es nuestra propia elección de sentirnos bien o mal, de permanecer o de salir o, incluso desde dentro, llevar a cabo el liderazgo que permanece dormido por no ser lo suficientemente libres para ejercerlo en cada momento y situación.

¿Somos esclavos de las circunstancias o libres ante ellas? Eso es lo que determina lo que queremos y podemos hacer, o lo que nos privamos de llevar a cabo en la vida. La libertad es el motor de nuestra propia vida.