Todos nos encontramos a lo largo de la semana a alguna persona que se encuentra a la puerta de una iglesia, de un supermercado o de cualquier lugar público pidiendo limosna. Muchas veces lo hacen con reclamos bastante llamativos y otras de una forma en la que el trabajo es la oportunidad que esperan en la vida.
Lo cierto es que muchas veces pasamos y dejamos una pequeña ayuda. Otras veces luchamos con nuestra conciencia pues creemos que algunos de ellos se están aprovechando de nuestros sentimientos y conciencia. Otras veces pasamos de largo porque son situaciones que no compartimos bien por los engaños que hemos sufrido o simplemente porque nos sentimos impotentes ante situaciones en las que no podemos rescatar a todo el mundo.
Lo que si es cierto es que dentro de nosotros tenemos claro que la limosna no es la solución y que, en el mejor de los casos, es una mera ayuda para poder salir de la misma. Si somos sinceros con nosotros mismos y nos preguntamos sobre lo que les ofrecemos la respuesta suele ser algo de dinero, de comida o de ropa, aunque por lo general suele ser el dinero. ¿Puede haber otras soluciones? La limosna, por lo general, crea dependencia y no lleva a una libertad o autonomía propias. Lo que me vino a la mente es el pasaje o encuentro de Jesús con el ciego en la piscina de Betaisa. Si no lo recuerdas, te lo refresco:
Hay en Jerusalén, junto a la Probática, una piscina que se llama en hebreo Betsaida, que tiene cinco pórticos. En ellos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando la agitación del agua. Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, viéndole tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dice: «¿Quieres curarte?». Le respondió el enfermo: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua; y mientras yo voy, otro baja antes que yo». Jesús le dice: «Levántate, toma tu camilla y anda». Y al instante el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar.Pero era sábado aquel día. Por eso los judíos decían al que había sido curado: «Es sábado y no te está permitido llevar la camilla». Él le respondió: «El que me ha curado me ha dicho: ‘Toma tu camilla y anda’»
No deja de ser curiosa la escena y lo que en ella ocurre.
- ¿Quieres curarte? Menuda pregunta, ¿no? La pregunta ya de por sí es un tipo de acercamiento a la situación humana muy diferente a la que solemos tener. Nosotros "damos" y seguimos de largo dejando atrás un problema. Entre nosotros y la persona suele haber una distancia que la acortamos con dinero u otra cosa. La actitud de Jesús parece muy diferente, "provoca" una situación con una posible respuesta en la persona que es dependiente de los demás o de su situación particular. ¿Quieres curarte? ¿Quieres salir de esta situación? ¿Quieres valerte por ti mismo? El acercamiento no es para amortiguar una necesidad, sino para que uno la satisfaga por sí mismo. Un acercamiento que provoca un cuestionamiento propio, una respuesta propia y una decisión con resultados inmediatos. Lo que Jesús ofrece es la posibilidad de cuestionarse y decidir si uno quiere crecer como persona. ¿No es una oferta realmente interesante?
- "No tengo a nadie que me meta en la piscina...." ¡Interesante de nuevo! Todos necesitamos un empujón para salir adelante. Una vez viene desde dentro de nosotros mismos y otras veces viene desde fuera. Lo importante es que "lo que demos a los demás" en cualquier ámbito de la vida, y no solo en el de las limosnas, siempre tiene que ser el empujón que libere y que ayude a cada uno a pensar por si mismo, a ganarse la vida por si mismo, a confiar en si mismo y a salir adelante por si mismo en busca de sus sueños y de todo lo que quiere conseguir. La limosna ata, el amor libera y hace crecer. Una vez más el crecimiento personal y la libertad están ahí presentes para ayudar a ser una persona libre y autónoma a quien lo necesita. El empujón es como lanzar a alguien a la vida, dejar que sea el mismo y se valga por sí mismo. ¿Necesita un empujón? Aquí lo tienes.....
- "Levántate, toma tu camilla y anda". A lo mejor hubiera quedado mejor con el "levántate y anda", ¿para que quiere la camilla?" Y desde el punto de vista del crecimiento personal tiene todo su sentido. TODOS tenemos que levantarnos. TODOS tenemos nuestras limitaciones. TODOS tenemos nuestros obstáculos. Pero tenemos que tomar la camilla y andar. Sin ir más lejos.... ¿cuántas personas con inmovilidad juegan en sillas de ruedas? ¿cuántos ciegos caminan solos por las calle? ¿cuántos participan en torneos y nos dan mil vueltas a los que no tenemos sus problemas? Tomar la camilla no es otra cosa que asumir la realidad, la propia realidad de cada uno y desde ahí echar a andar. Un día un paso y otro día otro. Pero cuando te quedas un día, una semana, un mes, un año y tantos años acomplejado por tu victimismo, no creces y pasas a depende de los demás. Si quieres crecer y vivir, no queda otra: "Levántate, toma tu camilla y anda."
La vida tiene sentido en cuánto eres tu, vives tu y dependes de ti mismo a pesar de las circunstancias. Todo está en creer en uno mismo, aceptarse y vivir desde lo que es y tiene en su vida.