Como buen filósofo que era, Sócrates creía que la persona sabia viviría instintivamente de manera frugal. Él mismo ni siquiera llevaba zapatos; sin embargo, una y otra vez cedía al hechizo de la plaza del mercado y solía acudir allí a ver las mercancías que se exhibían.Cuando un amigo le preguntó la razón, Sócrates le dijo: “Me encanta ir allí y descubrir sin cuántas cosas soy perfectamente feliz.” (Tony de Mello)
En el mundo en el que vivimos, donde todo se actualiza y cada día aparecen más y más artilugios podemos correr el riesgo de depender de todo aquello que existe e ignorar lo más importante de la vida: la misma vida, su esencia y el saber vivir el aquí y el ahora" a pesar de que no tengamos todo lo que creemos no necesitar.
Siempre lo he dicho, hay más insatisfacción en el mundo industrializado que en el mundo por desarrollar. He visto o veo más caras de tristeza en ambientes de riqueza y bienestar que en lugares donde hay escasez.
La enfermedad del siglo XX o XXI dicen que son las de origen mental y curiosamente se desarrollan mas en los países industrializados que en los más empobrecidos.
El otro día me encontraba con un niño de unos seis años del que la madre se sentía feliz porque decía que disfrutaba con pequeños palos, percheros rotos y otras pequeñas cosas que cualquier persona pasaría de largo si se la encuentra en su camino.
Hacer lo que comenta Sócrates sería un ejercicio de liberación personal y de saber vivir la vida plenamente a tope: ¿Sin cuántas cosas soy feliz? ¿De cuántas me siento dependiente? ¿Cuántas puedo dejar durante tiempo sin que me perturbe la ausencia?