¿Te ha ocurrido alguna vez que has estado en una conversación y a medida que transcurría esta a ti te venían ideas a la mente para solucionar alguno de los problemas que estabas escuchando? ¿Qué has hecho con esas ideas? Muchas veces se quedan enterradas en el baúl de los recuerdos o arrinconadas en el rincón del olvido. He conocido he gente que en esos momentos sacaba de libreta y anotaba todo aquello que le inspiraba y que luego intentaba llevar a la práctica todo aquello que la vida le iba sugiriendo paso a paso. Hay gente que tiene esta cualidad, pero los hay que tienen otras. ¿qué hacemos con ellas? ¿cómo las utilizamos, pulimos, profundizamos y desarrollamos?
El triunfo en la vida no es otra cosa que dejarse llevar por el placer de vivir los talentos que cada uno tiene y ponerlos al servicio de los demás. Nada peor en la vida que vivir mirando el reloj para poder hacer aquello que nos guste o para finalizar una tarea que nos aburre o deprime. Muchas veces vivimos en función de lo que queremos conseguir y no en función de lo que realmente nos gusta hacer.
Cuando estamos con alguien que nos gusta o estamos inmersos en un trabajo con el que nos identificamos el reloj pasa igual, pero nuestra mente no está en el reloj sino en aquello que estamos haciendo y sin en algún momento pensamos en el reloj es para detener el tic tac y permitir que el tiempo nos permita seguir saboreando aquello que estamos viviendo y gozando.
Es por ello que hay que vivir plenamente aquello en lo que nos sentimos identificados, permitir que nuestra vida siga esos derroteros, sino es de lleno al principio que poco a poco lo sea. Suelo felicitar a la gente por su cumpleaños con esta frase: Felicidades, que la vida te siga sonriendo, pero sobre todo que tu hagas sonreír a la vida.
Sólo desarrollando nuestros talentos seremos felices, porque seremos totalmente nosotros. Y solo siendo nosotros mismo nos sentiremos llenos, llenos al punto de ofrecer espontáneamente y libremente todo aquello que llevamos dentro a los demás.