Viviendo y retomando el camino que muchas veces queremos dejar.
- Rectificar es de sabios. No es fácil reconocer que nos hemos equivocado en la vida, pararnos y darle nuevamente un giro a nuestra vida para retomar un nuevo camino. La experiencia de la Resurrección es de humanos. Reconocer la frustración, el desengaño, la desilusión y dejarse iluminar en un momento dado para darle un nuevo valor y sentido a todos esos sentimientos negativos, ¿quién lo hace? Lo más fácil es dejarse llevar por el desánimo y por los sentimientos negativos. Dejarse iluminar y convencer de que un proceso es necesario en la vida no es fácil. De hecho sobrevaloramos el dolor y la frustración y el compadecer o compadecernos. Los discípulos de Emaús en un alarde de sinceridad reconocen, recapacitan y dan marcha atrás, tres actitudes de optar por la vida, por lo que se quiere todavía alcanzar.
- No podemos callar lo que realmente sentimos. Es otra actitud importante. Las vivencias, cuando son importantes, para bien o para mal las compartimos. Podremos callarnos ideas, conceptos o conocimientos que tengamos. La experiencia de sentirse amado, reconocido o de volver a nacer como sucede en los que sobreviven a accidentes que los ponen al borde de la muerte no son capaces de callarse la experiencia. ¿Sabemos cuando alguien lleva la alegría dentro? Los de Emaús llevan esa experiencia dentro y no la pueden callar. El Papa Francisco decía hace unos días que no es lo mismo ver con los ojos que con el corazón, haciendo referencia a María Magdalena. La fe no es un conocimiento de catecismo, es una experiencia de "vivir" la vida con sentido y orientada hacia el amor.
- Tocando el miedo.Sí, el miedo de las heridas, del agujero de los clavos. El dolor, cuando entiendes la vida y las metas que quieres conseguir, forman parte de la realidad. Lo tocas, lo abrazas y eres capaz de asumirlo e incluso de sonreír cuando te toca vivirlo. ¿Cuántas veces lo hemos vivido con nuestros hijos? Los grandes retos asumen el dolor como parte del proceso.
- La importancia del partir el pan. Hay dos o tres aspectos importantes en sentarse a la mesa, en este caso la Eucaristia. La vida hay que celebrarla, hay que hacerlo con quienes comparten nuestros mismo ideales y metas, y es la experiencia de "darse", de "vivir el amor" la que da sentido a todo lo que perseguimos en la vida. difícilmente celebramos algo solos, por no decir nunca. Cuando lo celebramos con otros aquello que celebramos adquiere más fuerza, sentido y motivación en nuestras vida.