Hoy ha sido uno de esos dias en el que, al menos en España, la ilusión y la fantasía por ser el Dia de los Reyes Magos, donde en cada casa no suele faltar la sorpresa de los regalos, la he vivido de una manera especial.
Mi hija, que está a punto de cumplir diez años, ya venia desde hace unos meses preguntando sobre la identidad real de los Reyes Magos. Sabia que los padres somos los Magos que depositamos los regalos bajo el árbol de Navidad o al lado de los zapatos de cada uno.
Durante estos últimos dias estaba tan metida en la festividad que no cesaba de buscar un regalo para la madre, para mi, para sus dos hermanos y su cuñado. Ella quería ofrecer parte de su generosidad y agradecimiento para cada miembro de la familia,
Ayer por la tarde mientras íbamos a la Cabalgata de los Reyes Magos me dice:
Papa, ¿Puedo hacerte una pregunta?
Por su puesto, cariño. Le respondí.
¿Los Reyes que vamos a ver son reales?
¿Tu que crees? Le dije yo.
Se quedó en silencio.
Es parte de la magia, le respondí.
Vimos la Cabalgata, compramos un par de regalos más que le quedaban y nos volvimos a casa.
Se volvió con la ilusión de cualquier otro niño.
Y mientras yo pensaba: ilusión y generosidad, fantasía e ingenuidad, magia y amor. Valores que se esconden detrás, no solo de mi hija, sino de quienes creen y quieren la sonrisa de los demás.