13/9/11

Clarificar los objetivos



No es difícil encontrase a personas que quieren conseguir "algo" y que no sepan que es ese "algo" y el "proceso" que para ello se necesita.

Esta mañana lo veía en una reunión de trabajo con gente que empieza su andadura en el mundo inmobiliario. Trabajar si tener claro lo que quieres conseguir te lleva a trabajar sin tino. Un pequeño ejemplo:

¿Cuánto quieres ganar mensualmente?
Tener claro lo que quiero ganar es importante, porque de ahí sabremos muchos otros pasos que hay que dar.
Si quiero ganar 3.000.00€ al mes, se que en el sistema que llevamos en nuestra compañía tengo que hacer, al menos, una transación entera de compra y de venta, es decir, tengo que tener la propiedad que se vende y al comprador que la quiere.
Pero se que un comprador no se decide por la primera casa que ve, por lo que tengo que tener al menos unas diez propiedades que entren dentro de sus objetivos. Por lo que la búsqueda de producto me lleva a indagar en un tipo determinado de propiedades para un tipo determinado de cliente.
Pero en el mercado no hay un tipo de comprador, y tal vez haya compradores que busquen cosas diferentes, por lo que tengo que abastecer mi cartera  con producto que pueda interesar a diferentes tipos de compradores. 
¿Cuántos llamadas y visitas tengo que realizar?
Un objetivo requiere tener una serie de pasos e ir consiguiendo saber que es lo que se necesita en cada momento para poder lograrlo. Hay que marcarse un número de llamadas telefónicas diarias, un número de visitas a propiedades nuevas diarias y, sobre todo, un compromiso de venta por parte del propietario. Hay unos objetivos cada día, cada semana, cada mes a los que hay que llegar para cualquier meta que te propongas en la vida. Si no cuantificamos y planificamos los objetivos a los que queremos llegar tal vez nos veamos caminando sin saber muy bien a donde.
Son otros muchos los detalles que hay que tener en cuenta, tales cómo precios, estado de la propiedad, etc. Pero lo importante es que, sea el objetivo que sea en nuestra vida, hay que preparar el camino para conseguir los objetivos. Y son los detalles, como si de una fiesta se tratara, los que hay que cuidar, los que hay que tener en cuenta, los que hay que trabajar y pulir en todo momento.

La suerte no viene porque sí, sino que es el producto de un trabajo bien elaborado, planificado y ejecutado. Es por lo que en el mundo de las relaciones interpersonales, del propio crecimiento personal, del trabajo o de cualquier objetivo que nos propongamos en la vida hay que ir elaborando los proyectos y trabajos de forma concreta, cuidando los detalles y consiguiendo los requisitos necesarios para obtener lo que uno desea conseguir.