La constancia es una virtud que, por lo general, suele tener su premio. Como bien dice el refrán, "el que la sigue la consigue". Toda victoria y éxito es el resultado de la constancia, del esfuerzo y de la continuidad en el trabajo que realiza una persona bien sea en el nivel de un proyecto personal, bien sea en el plano del trabajo o de las simples relaciones interpersonales. Pero vemos muchas veces que nuestros proyectos se vienen abajo. Nos podemos a dieta, y caemos en la tentación. Empezamos en el gimnasio y a los pocos meses lo dejamos. Nos trazamos un plan de trabajo y no somos capaces de llevarlo a cabo. Probamos de muchas cosas y, posiblemente, finalizamos pocas. Cuando desistimos, generalmente, tiramos la toalla fruto de la falta de constancia. ¿Cómo conseguirla?
- No te pongas un plan muy difícil de llevar. Muchas veces nos ponemos cosas muy difíciles de realizar. Cuando hay algo muy difícil o a muy largo plazo lo mejor es dividir el objetivo en otros menores o más pequeños, o bien ir dividiendo los plazos de tal manera que podamos ir asumiendo los retos de una manera más placentera. Por ejemplo, no es lo mismo proponerse el bajar doce kilos, que proponerse bajar un kilo por mes. Es más fácil asumir un kilo por mes que doce en la mente.
- Se firme, pero no inflexible. Las metas y los retos son importantes, pero no somos esclavos de ellos. Los métodos y las pautas a seguir pueden ser claras, pero no son absolutamente las únicas. Es posible estar en camino y a lo mejor no cumplir las cosas de forma "exacta". Puedo fijarme, por ejemplo, la cifran de contactar con diez nuevos clientes por semana, y a lo mejor llegar tan sólo a ocho. Posiblemente la siguiente semana llegue a nueve, o a doce. Hay que ser firme es realizar el camino, y flexible en la forma de realizarlo.
- No desanimarse cuando se cae. Solo se cae quien camina. Lo importante de las caídas es que nos ayudan a conocernos a nosotros mismos, a conocer el camino que realizamos y estar abiertos a nuevas exigencias. Somos humanos y el fallo, la caída es parte del camino y de nuestra identidad como personas. Levantarse forma parte, también de esa entidad.
- Motivarse. Aprender a generar y mantener la motivación. La motivación es lo que nos mueve, es nuestra gasolina. Hay una motivación que es interna, nuestra, personal y que es la más importante y la que debemos buscar de forma constante. Una buena forma de hacerlo es indagar en nuestra vida pasada y visualizar esos momentos en los que hemos conseguido cosas, grandes o pequeñas, pero que nos han movido. Rescatar esos momentos es una forma de auto motivarnos.
- Fuerza de voluntad. Es importante, tal vez fundamental después de la motivación. Es lo que nos mantiene en el camino sobre todo cuando parece que las cosas parecen enfriarse. La conseguimos cuando la motivación es clara y cuando en nuestra mente lo que queremos alcanzar lo tenemos en un primer plano y como una prioridad bien clara. Es una actitud firme, flexible y "obstinada" de decir: "quiero conseguirlo, lo voy a conseguir".