6/6/11

¿Perdono pero no olvido?



Sin perdón y olvido, 
el resentimiento 
controla nuestras vidas.

 Miriam Subirana




Es la introducción que hace a un artículo sobre la Ira, el Semanal el País en el día de ayer. Lo peor de todo es que cuando el perdón y la capacidad de olvidar brillan por su ausencia en nuestra vida lo que estamos haciendo es ceder las riendas de nuestra vida a aquellos que nos han ofendido en sí. Quieras o no es más trágico obsequiarles con el poder sobre nosotros que vivir plenamente libres.

El perdón, y ya lo he dicho en otras ocasiones, es esencial para poder vivir uno mismo en paz. Pero el olvido también lo es. Hay quien dice, "yo perdono, pero no olvido". El no olvidar es cederle tiempo y espacio en nuestra mente a aquello que nos impide ser libres y crecer. Perdonar es reconciliarse con la vida y con los demás. olvidándose de aquello que permite caminar.

Ya decía en una ocasión Victor Frankl a un compañero de campo de concentración, años después de ser liberados y cuando éste aseguraba que si veía a un Nazi lo destrozaría, que aunque había sido liberado fisicamente, emocionalmente todavía vivía en el campo de concentración.

Efectivamente, perdón y olvido van juntos. Quien perdona y no olvida todavía vive con el resentimiento, y el resentimiento no deja vivir, nos nos hace libres. Bien dice S. Pablo en la Carta a los Corintios 13, que el amor "no lleva cuenta del mal".

¿Te das cuenta del esfuerzo mental y anímico que supone el llevar cuenta de todas y cada una de las agresiones que podemos recibir en la vida? Y aunque sea sólo una, ¿merece la pena hipotecar nuestra vida, bienestar y felicidad o alegría por lo que otra persona nos haya hecho? Nosotros somos mucho más importantes que cualquier otra ofensa.

Tal vez el orgullo pueda mucho en nuestras decisiones, que nuestra vida tampoco merece que se hipoteque por el simple orgullo que uno pueda llegar a tener. También somos mucho más grandes e importantes que el orgullo.

Merece la pena, perdonar y olvidar.