30/3/12



¿Qué es lo que quieres?, le preguntaba su gran amiga.

Simplemente no quiero estaz soledad inteminable, este sentirme incomprendida, respondía entre sollozos su alma gemela.

Si, pero, ¿qué es realmente lo que quieres? insitió nuevamente la amiga.

Ya te lo dije. No quiero levantarme cada mañana y ver lo mismo de siempre, encontrarme con las mismas actitudes de la gente y las mismas faltas de compromiso por parte de ellas.

Si, te entiendo, pero no me respondes. ¿Qué es lo que quieres?

No creo que me entiendas. Todos los días siento ésta desazón, ésta falta de ánimo, éste mal estar contínuo.

Sentado en un bar y tomando un café, oía esta conversación a mis espaldas. No me quedaba más remedio que escuchar. Estabamo justo en la mesa de al lado.

¿Observas algo curioso? Sabemos lo que no queremos, pero nos cuesta tener en mente de forma clara y específica lo que sí queremos. Dejamos espacio en la mente para lo que no queremos y en cambio dejamos fuera de nuestra mente lo que si queremos.

¿Hacia donde vamos? ¿Hacia lo que queremos o hacia lo que no queremos? ¿Hacia lo que nos gusta y complace o hacia lo que queremos evitar? No pienses en el dedo gordo del pié, y lo más probablemente es que la primera imagen que te haya venido a la mente sea la del dedo gordo del pié.

Mientras en nuestra vida nuestra mente esté ocupada por lo que no queremos iremos caminando y topándonos, una y otra vez, con las mismas cosas. Como bien decimos dentro de nuestros usos y costumbres: "antes de entrar, dejemos salir".

Nuestra mente tiene que estar ocupada por lo que queremos, no por lo que desechamos, para que con esta actitud nuestro pensamiento pueda dirigir nuestros actos y actitudes.