No importa si has fallado o si quedaste golpeado.
Lo que importa es que aprendas algo,
te levantes y vuelvas a intentarlo.
Ganar es una buena sensación,
pero ganar cuando nadie pensaba que podías lograrlo
es una sensación increíble.
La verdad es que muchas veces la experiencia de fracaso. o mejor dicho, la fallida, nos hunde en la desilusión, la apatía y el desánimo. Todos lo hemos experimentado alguna vez. ¿Donde fijamos nuestra atención? Generalmente lo hacemos en e lado negativo. Nos quedamos con la parte que no sale, aquello que nos recuerda tan solo el fracaso. Hay otros elementos que no son tan visibles y por ello evitamos el seguir luchando y caminando hacia el éxito.ç
Decía Thomas Alba Edison que cualquier fallo o error en un experimento no es síntoma de fracaso, sino más bien una forma más de aprender cómo no se hace algo. Los reveses de la vida sirven, pues, no para desilusionarse sino para saber y aprender a conocer nuevos caminos para realizar las cosas.
Otra cosa es la búsqueda constante. No resolver algo a la primera pone en cuestión la motivación e importancia que le podemos dar a las cosas. Renunciar de forma fácill y ante la primera, segunda o x oportunidades cuestiona la importancia que le damos a nuestros objetivos.
Alguien decía en cierta ocasión, que las cosas las valoramos en la medida en que nos ha costado el conseguirlas. Si la hemos conseguido en un golpe del suerte tal vez no nos cueste dejarlas o verlas perder o marchar en nuestra vida. Si nos ha costado sudor y lágrimas el perder algo nos costará mucho más.
La capacidad de mantenerse en la lucha y en la entrega por algo que queremos conseguir es la mejor manera de abrirse paso en medio de las dificultades y de incentivarse en cada caso que las cosas no salen. La búsqueda en sí constituye una ilusión y un aliciente.