a la gente que tiene la razón
y prefiero seguir
a los que tienen los resultados.
Donald Trump
Admiramos a mucha gente en la vida. Los ojos se nos cuadran delante de la televisión viendo a todos aquellos que viven dentro del lujo y del dinero. En las revistas devoramos con ansiedad todas las vidas de aquellas personas que viven por encima de nuestras posibilidades. Añoramos muchas veces las vidas de esas personas e, independiente de si los estilos de vida que vemos son los mejores para una persona determinada, nos olvidamos el proceso del camino hacia el éxito.
Hay algo que creo que es cierto, el éxito no llega por casualidad. Incluso en aquellas situaciones donde puede haber tráfico de influencias, el éxito tiene un proceso, un proceso que no todo el mundo se para a observar, un camino que no todo el mundo está dispuesto a pagar el precio que hay que pagar y un proceso que, en el fondo, no todo el mundo quiere desarrollar.
Vemos, oímos, escuchamos y observamos. Deseamos y anhelamos. Queremos, pero en el fondo nos sentimos tan ajenos a nuestro propio éxito que ni nos molestamos en ver las posibilidades que tenemos. Descartamos nuestros sueños antes de tiempo, antes de valorarnos realmente con todas nuestras posibilidades. Y, como bien dice Donald Trump, lo importante no es acumular conocimientos, sino la sabiduría para saber vivir la vida en cada momento. Y el éxito de los demás, ¿por qué no puede ser el punto de partida nuestro?