Hay quien vive para ser perfecto y espera de los demás el ser perfecto. No cabe duda que ello es imposible y dentro de uno mismo surge una frustración y un desencanto tanto hacia uno mismo, como hacia los demás, como hacia la misma vida. La perfección en este caso sería la lucidez de saber que nadie es perfecto y por ello ser capaz de amarse a si mismo y a los demás con todas las limitaciones que se puedan tener.
Hemos nacido, como dice Paulo Coelho, para ¿cometer errores? No se si hemos nacido para cometer errores, pero si para aceptarnos con ellos e intentar aprender a través de ellos. Lo que sí es un gran error es pretender verme a mi mismo o los demás sin errores. Lo único que conseguiré es amargarme la vida y, posiblemente, la de los demás.
Lo más curioso de todo es que cuando alguien falta a nuestro lado lo echaremos de menos con y sin sus errores. ¿Por qué? Porque las personas somos mucho más que aquello que hacemos o dejamos de hacer bien. Somos personas que encerramos algo especial: el ser, simplemente, nosotros mismos. Tal vez tendríamos que saber detenernos y apreciar aquello que despreciamos de los demás, no porque lo aceptemos en sí, sino por lo que podemos aprender de ello que, sin duda alguna, será una fuente de enriquecimiento.