3/10/11

Comunicándonos con nosotros mismos



La comunicación con los demás es básica, pues ta través de ella podemos entablar relaciones sinceras y profundas que nos ayudarán a formar una relación de pareja, de familia, de trabajo o simplemente social o de amistad. Pero para que haya una buena relación con los demás es básico que haya una buena relación con uno mismo. Si las relaciones nacen de la buena comunicación la relación con uno mismo también. Si no me comunico y no me abro a mi mismo en una comunicación sincera no solo me auto engañaré, sino que también lo haré con los demás, por lo que difícilmente habrá una buena, abierta y sincera relación.

¿Cómo saber o entablar una relación sincera entre nosotros y otros, o con nosotros mismos? Pensamientos, palabras y hechos son los que marcan la pauta. Tiene que haber coherencia entre ellos y deben de estar en perfecta conjugación. ¿Cómo saber si un niño te miente o no? Generalmente lo sabemos si nos mira a los ojos. La palabra, la mirada y la acción tienen que estar de acuerdo. Cuando la mirada o el cuerpo no sigue el lenguaje difícilmente tendremos credibilidad.
  • El pensamiento es lo que probablemente tengamos más claro. Sabemos lo que hay en nuestra mente, lo sabemos razonar y explicar pero posiblemente no coincide con lo que expresamos y menos con lo que hacemos. 
  • Las palabras y el lenguaje corporal indican algo más de lo que hacemos, generalmente nos dan a conocer el ánimo y el espíritu de nosotros mismos. Hemos oído y escuchado a cantidad de personas hablando que han intentado convencernos de mil y una cosas. A veces han leído desde un papel, otras veces desde lo que piensan otras personas más reconocidas que ellas pero otras veces lo hacen desde la propia experiencia, desde el sentimiento, desde lo que creen realmente.
  • La vida no es pensamiento o ideas, ni palabras, sentimientos o sensaciones. Lo que nos ayuda a conocer a las personas y, por ello, a nosotros mismos son los propios hechos, las acciones, las obras: "por sus obras los conoceréis", dice Jesucristo. Son los hechos los que nos revelan nuestra propia realidad.
Es por ello que la congruencia entre estos tres elementos son los que nos permiten conocernos y conocer a los demás. Mirarnos al espejo de nuestra vida nos ayudará a dar pasos reales y sinceros con nosotros mismos y con los demás.