12/11/09

8. Autoevaluación

La lluvia había sido tanta que las casas
estaban inhundadas.
éste hombre se subió al tejado,
implorando a Dios que lo salvara.
vino Protección Civil con una lancha
y los despidió diciendo que Dios le ayudaría.
Pasó la Cruz Roja, y otro tanto de lo mismo:
“Dios me salvará”.
Se acercó el ejército con un bote y:
“No se preocupen, mi fe es grande,
Dios me salvará”;
Hasta que la riada se lo llevó.
Una vez en el cielo, cariacontecido
y con un semblante de frustración le dijo a Dios:
¿No ibas a salvarme?
Mi niño, le dijo Dios,
Te envié a
Protección Civil, a la Cruz Roja y al Ejército.
¡¡¡Y a todo dijiste que no!!!


Si queremos conseguir nuestros objetivos, no es suficiente el tener conciencia de ellos, el saber que nos mueve a buscarlos y conseguirlos, ni el conocer los puntos fuertes valores, y creencias potenciadoras. Además de cuna conciencia emocional, saber porque, cuando y que significan nuestras emociones, hay un elemento que no deja de ser menos importante: la constante autoevaluación precisa.

La autoevaluación nos lleva a ser personas reflexivas que somos capaces de aprender de las experiencias. La queja, muy común en todos nosotros es una actitud que nos mantiene instalados en una situación de fracaso. La autoevaluación nos lleva al éxito y a preguntarnos en que estamos fallando nosotros, en vez de cuestionar constantemente en que fallan los demás. Y al mismo tiempo nos invita a buscar salidas a nuestra situación. Lo que importa no es lo que la vida o las circunstancias nos ofrecen. Lo importante es el tipo de circunstancias que yo puedo crear a partir de situaciones que vivo, y lo que yo puedo aportar a la vida.

Autoevaluación sincera, sin miedos ni tapujos. Aceptarnos tal y como somos. Punto de partida esencial y fundamental. Y por ello abiertos a la crítica sincera de los demás. Sí; no somos perfectos. Necesitamos de nuestros ojos y del de los demás para mejorar. Hay partes que conocemos de nosotros mismos y otras de las que no tenemos ni idea. Es ahí donde los demás pueden echarnos una mano, y desde donde nosotros podemos ver más luz. Es nuestra capacidad de aprendizaje contínuo en la vida. Somos personas en proceso que no podemos permitirnos el lujo de dormirnos en los laureles, y menos en los tiempos de crisis, o en los tiempos actuales donde la formación está condicionada por la velocidad vertiginosa con la que se produce la información en sí.

Una pista, o un trabajillo. En tu momento actual, escribe o piensa (escribir es mucho más interesante que pensar) en una situación que estés viviendo. Plásmala tal y como la sientes. Acto seguido escríbela o plasmala tal y como la escribiría tu compañero, tu jefe, tu padre, tu hijo o el vecino de al lado. ¿Coinciden? Si a eso le añades lo que haría una persona que no se lleva bien contigo la historia se pone más interesante. Y si, por encima, pones lo que diría un periodista o alguien que no te conoce de nada pues, vete tú a saber. En éste ejercicio practicamos la autocriticia. Abrimos la mente no a condenarnos, sino a mejorar, a ver perspectivas nuevas que se abren frente a nosotros. Aunque sea por curiosidad hazlo. Y si puedes coméntame algo.

¿Un buen libro? La Buena Suerte de Alex Rovira.

¿Una buena canción? Eres tu. Mocedades.



¿Una reflexión? Cerrando círculos. Paulo Coello