El comandante en jefe de las fuerzas de ocupación le dijo al alcalde de la aldea:
«Tenemos la absoluta seguridad de que ocultan ustedes a un traidor en la aldea. De modo que, si no nos lo entregan, vamos a hacerles la vida imposible, a usted y a toda su gente, por todos los medios a nuestro alcance».
En realidad, la aldea ocultaba a un hombre que parecía ser bueno e inocente y a quien todos querían, Pero ¿qué podía hacer el alcalde, ahora que se veía amenazado el bienestar de toda la aldea? Días enteros de discusiones en el Consejo de la aldea no llevaron a ninguna solución. De modo que, en última instancia, el alcalde planteó el asunto al cura del pueblo.
El cura y el alcalde se pasaron toda una noche buscando en las Escrituras y, al fin, apareció la solución. Había un texto en las Escrituras que decía: «Es mejor que muera uno solo por el pueblo y no que perezca toda la nación».
De forma que el alcalde decidió entregar al inocente a las fuerzas de ocupación, si bien antes le pidió que le perdonara. El hombre le dijo que no había nada que perdonar, que él no deseaba poner a la aldea en peligro. Fue cruelmente torturado hasta el punto de que sus gritos pudieron ser oídos por todos los habitantes de la aldea. Por fin fue ejecutado.
Veinte años después pasó un profeta por la - aldea, fue directamente al alcalde y le dijo: «¿Qué hiciste? Aquel hombre estaba destinado por Dios a ser el salvador de este país. Y tú le entregaste para ser torturado y muerto».
«¿Y qué podía hacer yo?», alegó el alcalde. «El cura y yo estuvimos mirando las Escrituras y actuamos en consecuencia»
«Ese fue vuestro error», dijo el profeta. «Mirasteis las Escrituras, pero deberíais haber mirado a sus ojos».
Es curioso como a veces somos esclavos de la letra, de las ideas, de las creencias. Nos olvidamos que detrás de todo están las personas. Creo que esta historia revela una gran realidad de nuestra vida, algo que ya Jesucristo dejó ver con su estilo de vida cuando con su palabra decía que la ley era relativa y que más importante que la ley era la persona: "El hombre no fue hecho para la ley, sino la ley para el hombre." Esta era la frase de Jesús y la realidad era que curaba en sábado, que estaba prohibido, perdonaba, tocaba leprosos y un sin fin de cosas que contradecían a la ley.
En nuestra vida normal y diaria son muchas las situaciones en las que no somos capaces de mirar a los ojos de las personas que nos encontramos a diario, y cuando me refiero mirar a los ojos no me refiero simplemente al contacto visual que también es muy importante, pero a un contacto mucho más profundo que revela la realidad de otra persona que es y vive una realidad bien diferente a la nuestras.
La empatía es el mejor regalo que nos puede hacer y que podemos, al mismo tiempo, regalar a los demás. No hay nada como conocer la realidad desde nuestro punto de vista y desde el punto de vista de los demás. Es mucho más enriquecedor y humano para todos.