7/9/11

Viviendo al límite



Vivimos en tiempos de crisis. Hay quien lo lleva mejor y quien lo lleva peor. ¿Es posible llevarlo con entereza, tranquilidad y el equilibrio necesario para alcanzar lo que persigues? Las reacciones pueden ser varias, desde tirarse de los pelos, maldecir la vida misma, desquitarse con el que vive a tu lado o, por el contrario, llevarlo con toda la tranquilidad del mundo. ¿Dónde radica la diferencia?

Piensa por un momento en un artificiero que tiene desactivar una bomba lapa que un terrorista le ha puesto a una persona. Es algo real, algo a lo que tiene que enfrentarse y, en muchas ocasiones, con éxito un artificiero. Dos vidas están en peligro. ¿Qué recorre la mente del responsable de desactivar la bomba?

Fíjate, si quieres, en un bombero. Casa en llamas, gente dentro de ella a la que rescatar, peligro de derrumbes o explosiones y un trabajo que realizar. Tensión, estrés, miedo, etc. Pero entereza y seguridad a la hora de afrontar el trabajo.

Son dos situaciones límites de las muchas que podemos encontrarnos por la vida día a día. Sin duda alguna todos vivimos situaciones límites, tal vez no sean tan extremas como las expuestas, pero que condicionan nuestras vidas. Situaciones de tipo económico en las que tenemos que alimentar a unos hijos; situaciones de paro laboral en las que nuestro futuro se puede dibujar de color negro; situaciones de vida en común donde los malos entendidos pueden arruinar cantidad de sueños depositados.

Desde las canciones populares que nos recuerdan constantemente que no somos nadie sin la persona amada, hasta una debacle en la autoestima por no poder tener un puesto de trabajo, pasando por situaciones que cuestionan nuestra propia identidad persona, tenemos que vivir la vida y muchas veces sin esa actitud del bombero, artillero, médico...., para quienes lo importante no es el peligro que tienes en frente tuya, sino el gozo de saber que estás haciendo algo que da sentido a tu vida.

La tranquilidad viene dada no de los resultados que podamos obtener, sino de lo que hacemos en sí. Seguridad en nosotros mismos, confianza en lo que hacemos, el sentido que le damos a lo que realizamos, conocimiento de lo que podemos lograr. Todo ello nos da algo importante: tranquilidad y equilibrio para saber vivir el momento y tomar las decisiones oportunas, pero sobre todo para tener la mente abierta a cualquier oportunidad que hasta el momento no veíamos.