21/10/13

Entre el talento y el hábito



Leyendo un poco a Daniel Coyle en su libro "El pequeño libro del Talento", nos da una serie de consejos, 52 en total, para desarrollar el talento dentro de cada uno de nosotros. 

  1. ¿Quién quiero ser? ¿En quién quiero convertirme? Es el primero de ellos, y tal vez uno de los más esenciales y difíciles, es el de observar o visualizar la persona en la que deseo convertirme. Digo que es esencial porque si no sabemos a donde queremos llegar o como queremos desarrollar nuestra personalidad difícilmente podremos conseguirlo. Las metas y los objetivos los conseguiremos en la medida en que lo deseemos, signifiquen algo para nosotros y formen parte constante de nuestros pasos diarios. Este tipo de conexión en nuestro cerebro sirve para potenciar la motivación consciente e inconsciente. Tener una foto constante en nuestra mente de aquello en lo que o en quien queremos convertirnos siempre será un punto de referencia para nuestra forma de actuar en la vida. 
  2. Tener alguien a quien emular o seguir, una persona que nos sirva de ejemplo, una persona a la que admiramos y de la que poder aprender. Tener a alguien como referente pero con el compromiso de observarla, estudiarla, ver los pasos que da en aquello que admiramos. Visualizar todos los días, al menos por 15 minutos diarios, las habilidades que desarrolla esa persona y vernos a nosotros mismos, visualizándolo, desarrollando las mismas habilidades. De esta manera recreamos en nosotros mismos los patrones de decisión y de ejecución de la persona a quien queremos seguir.
  3. Robar sin complejos, y en el buen sentido de la palabra. Aprender de otros, asumir aquellas ideas o conceptos que nos gustan y, a partir de ahí, mejorarlos o poner ese granito de arena que hace que lo personalicemos en nosotros mismos. Toda mejora tiene que ver con asimiliar y aplicar nueva información, y la mejor fuente de información la proporcionan quienes más saben de aquello que queremos aprender o llegar a ser.
Por otra parte, y leyendo hoy a Raimón Samsó en "El País semanal" me llamó la atención el hecho que la vida está hecha de decisiones aunque parezca que no las tomemos. Podemos tomar decisiones de forma concreta, en las que podremos estar más o menos acertados. Pero, curiosamente, tomamos otras decisiones cuando en realidad no las tomamos; la decisión de postergar la decisión, de aplazarla.

Otro de los aspectos que también me ha llamado la atención es que el éxito es fruto de una carrera de fondo en el que uno tiene que saber guardar un ritmo, unas pautas y una serie de hábitos que poco a poco vayan logrando la construcción de dicho éxito. No es cuestión de un momento de pasión que nos lleve a una posterior frustración o desgaste, es cuestión de ir dando pasos pequeños pero firmes y constantes.

Un tercer aspecto, y que me parece muy importante, es siempre una pregunta: ¿Qué tres acciones voy a realizar hoy para que me acerquen más a mi sueño? Tener conciencia de que cada día hay que dar tres pasos para la consecución de un sueño es hacer posible que cada día no perdamos la perspectiva y de que cada día estemos más cerca de dicho sueño.

Termino con una frase de él: Es el poder de los pequeños pasos el que proporciona resultados extraordinarios. Y como dice el refrán o el dicho de "vísteme despacio que tengo prisa". El éxito es, pues, el resultado de dosificar las fuerzas, de mantener el ritmo, de la regularidad y de la perseverancia en los buenos hábitos, que son los que tenemos que asumir y en los que tenemos que centrarnos.