La integridad es la esencia de nuestro equilibrio y de nuestro propio bienestar. La falta de este equilibrio nos lleva a la incoherencia que muchos son capaces de observar en nosotros, pero de la que sí nos damos cuenta y hace que nos sintamos insatisfechos con nosotros mismos.
Vivimos en un mundo de palabras, de promesas, de muchos deseos. Ya en tiempos de Jesús pasaba otro tanto de lo mismo hasta el punto de que el mismo Jesús decía. " Haced lo que dicen, pero no lo que ellos hacen", al referirse a los fariseos.
Pero lo importante no es la credibilidad de los demás que perdemos, sino la propia autoestima y credibilidad en nosotros mismos que hace que en muchas ocasiones tomemos muchas decisiones erróneas.
¿Cómo mejorar esa integridad personal?
- ¿Qué tengo que mejorar? Ser consciente de uno mismo y de lo que observa de incongruencia. Hay que ser valientes porque no siempre nos gusta mirarnos al espejo.
- ¿Qué me lleva a no cumplir conmigo mismo? Si no conocemos las raíces profundas de nuestro problema difícilmente podremos cambiar nuestra incongruencia. La incongruencia siempre se debe a algo. No busquemos excusas en otras personas o situaciones. Busquemos dentro de nosotros mismos.
- Enfréntate a tus propios obstáculos y excusas. Hacerlo es tomar el toro por los cuernos y enfrentarnos a nosotros mismos, a eso que queremos ser y a eso que nos impide serlo. Nosotros mismos solemos ser nuestra principal excusa.
- Desarrolla la sinceridad y honestidad con tu entorno. Es la mejor manera de empezar, por nuestro entorno, que es donde suelen aceptarnos tal y como somos. Y siempre con nuestra verdad por delante, sin miedo a expresar lo que creemos y sentimos.
- Haz una lisa de tareas que te harán más confiable en ti mismo y hacia los demás. Es nuestro plan de ruta. Si reconocemos aquello en lo que tenemos que fortalecernos lo mejor es hacer una lista y comenzar a trabajarla cada día. Caminante no hay camino, se hace camino al andar.
- Escucha y respeta las opiniones de los otros. Ello no quiere decir que no de a conocer y a respetar las mías. Son tal validas como las de los demás, aunque no siempre tienen que ser aceptadas y valoradas tal y como yo lo hago.
- Haz más de lo que esperan de ti. Y no para quedar bien delante de los demás, sino porque creo en mi mismo y en mis valores. Lo hago porque creo en ello y lo perfecciono porque me hace sentir mejor. Y no esperar nunca la respuesta de los demás. Aunque es importante la respuesta que obtenga, la más importante es la que yo me doy a mi mismo.
- Solicita ayuda y apoyo de otros. ¿Por qué no? Necesito de los demás. Y si los demás me puede ayudar, pues ¡adelante!