31/5/10

Salir adelante



Yo iba en mi coche y él se arrastraba por la acera en una especie de tabla como las que se utilizan para patinar hasta llegar a su coche. Una vez llegado al coche vi como se sentaba en el suelo, dejaba su especie de patín, abría la puerta del coche, introducía su tabla en la parte trasera y haciendo un pequeño esfuerzo se subía a la parte delantera del coche que se disponía a conducir. No tenía pies. Su coche era adaptado a su minusvalía. Su cara reflejaba la de una persona normal, aunque en los tiempos que corren dirían que su cara correspondía, más bien, a la de una persona natural, feliz, alegre y que era capaz de convivir amigablemente con la minusvalía que tenía. Vi como arrancaba el coche y como se alejaba sin más con rumbo a lo que probablemente tenía que hacer como parte de su quehacer diario.



Es una más de las historias cotidianas de lo que una persona con una serie de dificultades tiene que hacer, no para sobrevivir, sino para vivir con su dignidad, su alegría y con su espíritu de superación. Y dentro de estas historias que se salen un poco de lo normal, más que nada porque uno está habituado a ver como las personas nos quejamos por nada, nos estancamos ante problemas mucho menores y nos ahogamos en un vaso de agua, surge una pregunta que podría hacer cambiar el rumbo de muchos de nosotros: ¿Qué hace posible que unos se adapten a sus circunstancias y salgan con alegría a flote y otros se ahoguen, precisamente, en un vaso de agua o en sus propios problemas que, objetivamente, son más fáciles de resolver que los de otras personas que tienen realmente problemas de tipo físico, psíquico o sensorial?



¿Qué es lo que nos permite una capacidad de adaptación y de crecimiento personal? ¿Qué nos lleva a no claudicar antes los problemas de la vida? Hay quien dice que uno de los elemento puede ser la fe, la presencia de Dios en la vida de uno. Hay quien afirma que puede ser el afecto, el cariño y la aceptación que uno recibe por parte de los demás. Los hay que creen que es el amor y la autoestima que nos tenemos a nosotros mismos. También hay quien cree que es la actitud positiva de ver en cada situación una oportunidad para crecer. En medio de todas estas posibilidades surge otra pregunta: ¿por qué unos si y otros no? ¿Qué tienen los unos que crecen y que dejan de tener los otros para vivir en la continua queja o parálisis en la que se encuentran?