El liderazgo no es el poder que somete, sino el servicio que libera y que lidera a otros. Y desde ésta perspectiva entiendo el liderazgo de Mandela, así como el de otros grandes líderes que no esperan a que otros abran el camino, sino que ellos mismos lo abren.
Siempre me llamó la atención aquella imagen cruel de Abraham que accede a la petición de Dios de sacrificar a su hijo único, Isaac, hijo además de la promesa. Y aunque no deja de ser una realidad un tanto metafórica no deja de tener su importancia. El líder tiene que estar abierto a su propia libertad interior dejando todo tipo de dependencias, económicas, afectivas, sociales o populares para alcanzar el nivel que busca, que no es otro que el de la libertad propia y de la de los demás.
El líder no propone que otros abran camino. El mismo abre el camino porque cree en él. El ejemplo de Jesucristo es evidente cuando no rehuye el pasar por su propio calvario, ni el de pedirle a Pedro que guarde su espada, pues no creen en la violencia, ni el de callarse ante Pilatos porque sus palabras carecían de sentido ante la vida pública que llevaba.
Nosotros somos víctimas muchas veces de la presión social, del querer sentirnos aceptados, de caminar bajo la seguridad, del apoyo de otros. Son muletas que nos hacen falta porque tal vez nos falta esa seguridad en nosotros mismos y esa fe ciega de aquello que buscamos. Cuando dejamos nuestras muletas, bastones y seguridades para conseguir aquello que deseamos es porque lo tenemos claro. Es por ello que la claridad de metas, objetivos y del sentido de la vida es lo que hace posible el liderazgo.
¿Te acuerdas de la película "La vida es bella"? ¿Del liderazgo que ejercía el padre sobre el hijo? ¿De la proactividad y de la búsqueda de estrategias para alcanzar la meta que era la seguridad y el bienestar del niño?
Somos nosotros los que abrimos caminos cuando creemos en lo que queremos y nos lanzamos a por ello en medio de la inseguridad, de la oscuridad y del más peligroso de nuestros males, el miedo a nuestra propia soledad. Por eso, si no nos sentimos bien con nosotros mismos, ¿podremos abrir caminos para otros?
¿Sacrificamos todo por la libertad del pueblo? Creo que más que sacrificio elegimos "Saber ser, estar y vivir esta misma vida" y lo que nosotros somos y hacemos en ella.