"Tengo que ir a jugar al Tenis". "Tengo que dejar el tabaco". "Tengo que adelgazar". El "tengo que" se convierte en una auténtica losa que nos acompaña a diario y que hace que nuestras actividades sean una carga en vez de un disfrute, un deber en vez de una elección, una obligación en vez de una oportunidad en la vida de hacer algo que nos hace sentir bien y realizados.
¿Qué ocurriría si en vez del "tengo que" utilizamos el "quiero", el "elijo" o el "prefiero" esto?
Cuándo tomamos la iniciativa y elegimos voluntariamente hacer deporte, mantener los pulmones limpios, hacer algo importante en nuestras vidas o simplemente disfrutar de algo que nos permite desarrollarnos como personas, o caminar con paso firme hacia nuestras metas, lo que hacemos no se convierte en una losa, en una obligación o en un deber, sino en una libre elección que nos aporta libertad, identidad y disfrute de lo que hacemos, así como un sentimiento de que participamos de la vida, no sólo recibiendo, sino también aportando.
Es la gran diferencia entre elegir y dejarse llevar, entre tomar la iniciativa o el hacerlo porque no queda otra. Y la diferencia la notamos y sentimos en nuestras vidas. ¿No es así?