16/6/10

Cambiando la perspectiva




Siempre me resultó curioso un pasaje del Evangelio en el que Zaqueo, un hombre bajito, quería ver a Jesús y como, por ser bajo, no podía verlo se subió a un árbol para poder verlo. Lo vio, Jesús se fijo en él, y la vida de Zaqueo cambió devolviendo lo que había robado y otros detalles más que ahora no vienen a cuenta. Pero lo que si me había llamado la atención es el hecho de "haberse subido a un árbol para poder ver a Jesús". En aquellos tiempos se me había ocurrido pensar que se había subido para cambiar de perspectiva, para ver las cosas desde otra posición. Y mira por donde que hoy también se habla y se aconseja el cambiar de perspectiva, de visión o de formar de mirar la vida para poder sacarle mucho más partido a la vida y a los problemas que en ella se nos presentan.

Einstein decía que no podemos solucionar un problema siguiendo los planteamientos que teníamos cuando hemos entrado en ese problema. Cuando se nos habla de empatía se nos invita a ponernos en la piel o en los zapatos del otro. Y todo nos lleva a una invitación a la hora de asumir los nuevos retos, los nuevos proyectos, los desafíos que la vida nos pone delante: plantearlos desde varias formas diferentes. ¿Cómo lo haría yo? ¿Cómo lo haría una persona que yo ni siquiera conozco? ¿Cómo lo afrontaría un buen guionista de una buena película? ¿Cómo lo afrontaría mi mejor amigo o mi mayor enemigo?

Nuevos planteamientos que nos llevan a ver otras partes de la realidad, a imaginarnos otras alternativas diferentes, a utilizar una serie de recursos que posiblemente no se nos habrían pasado por la mente y sobre todo abrir los ojos y los oídos a la vida y a las personas que caminan a nuestro lado o que tal vez vivan muy lejos de nosotros pero que pueden aportar esa perspectiva que puede darle el sentido a todo aquello que no logramos entender o a todo aquello para lo cual no logramos una puerta abierta.

Es la fuerza de la imaginación