¡Qué difícil es que la personas humana se encuentre a gusto consigo mismo!
Buscamos la aceptación y la consideración de los demás, su aprobación. Vivimos en un mundo en el que la imagen lo dice todo y por la imagen se nos puede juzgar, incluir o excluir de un círculo, negocio o grupo de personas o amigos.
El sábado lo pude comprobar como se le negaba a una persona la entrada a una reunión por culpa de la vestimenta que llevaba. Curiosamente he visto en persona como se firmaban operaciones de compraventa con millones de euros en los que alguien jamás diría que el comprador tenía tanto dinero. Su manera de vestir era muy parecida al que no dejaron entrar en esa reunión.
Admiro a las personas que no le dan importancia a su manera de presentarse ante los demás, porque lo importante en el fondo no es como te presentas sino lo que tu eres. Es cierto que las consecuencias pueden ser aceptación o rechazo. Pero para quien se acepta a si mismo y es feliz tal y como es lo importante no es como te miran sino como tu te miras a ti mismo.
Y la dependencia de la mirada de los demás, como de aquello que nos falta, nos impide ser felices con lo que somos y con lo que tenemos. Si bien se ha dicho que tiempos pasados han sido mejores, también se dice que teniendo lo que nos falta conseguiremos ser más felices. Aunque yo me inclino a decir que si no somos felices con lo que somos y tenemos tampoco lo seremos con lo que tengamos o seamos, pues en principio somos felices por la forma de mirarnos y de amarnos a nosotros mismos.