Siempre se ha dicho que la cara es el espejo del alma, y hay quien dice que la manera de levantarnos y de enfrentarnos al nuevo día es el espejo de la actitud que tenemos ante la vida.
Si tuviéramos que fijarnos en la manera de levantarnos podríamos encontrar muchas actitudes entre ellas dos o tres que manifiestas un reflejo de lo que realmente puede ser nuestra propia realidad.
Suena el despertador: ¿Qué hacemos? ¿Desperezarnos? ¿Darnos cinco diez minutos más? ¿querer aprovechar un poco más de sueño y arrastrarnos hasta el último segundo que podamos? ¿Puede ser el reflejo de lo que puede ser nuestra vida que tarda en reaccionar y querer tomar el camino de la acción? ¿Puede ser la imagen de lo que nos cuesta emprender los proyectos y las tareas que tenemos en mente? Tal vez si. Somos muchos a los que se nos pegan las sábanas de la cama o de las situaciones confortables y seguras en las que nos encontramos seguros. Nos cuesta arrancar.
Peor puede ser la actitud de no tener prisa en levantarse. No hay nada nuevo que hacer en el día que pueda ser considerado urgente o importante. Amanece un nuevo día en el que nos mostramos como si estuviéramos en vacaciones, sin prisas porque no hay nada que hacer. Es como la vida nuestra de cada día que transcurre sin ningún tipo de objetivo ni proyecto. No hay prisas en levantarse porque no hay sitio a donde ir.
Pero los hay que nada más levantarse nos ponemos en pie y nos ponemos manos a la obra, incluso a pesar del cansancio del día anterior, de la mala noche que uno haya podido tener o de lo confortable que pueda estar la cama. Hay quien incluso tiene tan interiorizado el tener que estar a punto que no necesita ni tan siquiera el despertador. El sistema biológico lo tiene grabado. Es la imagen de los que tenemos un proyecto por el que luchar, una ilusión que mantener y una vida que conquistar. Está ubicada en el centro de nuestra mente y es el marco de referencia de nuestro día. Vivimos para conseguir y alcanzar esa ilusión.
¿Cómo empezamos el día animicamente? ¿Tal vez con una sonrisa? ¿Tal vez de mal humor? ¿Con ilusión? ¿Arrastrándonos entre sábanas?
¿Es nuestra manera de levantarnos el reflejo de nuestra vida y de las ilusiones que queremos alcanzar?