Hoy es la realidad.
No deja de ser curiosa e interesante la frase de Buda. Es antigua y actual. Antigua porque se dijo hace siglos. Actual porque sigue siendo parte de nuestra realidad y a la lucha que tenemos entre el pasado que no aceptamos, y que nos lleva a la depresión, y el futuro que no ha llegado y nos lleva a vivir en un estado de estrés. El presente es lo que existe, es lo que toca vivir y el pasado y futuro se convierten en puntos de referencia.
Presente, pasado y futuro.
- El pasado nunca deja de ser importante, pero como punto de referencia. Tanto regocijarnos en él como lamentarnos puede llevarnos a una actitud inmovilista y hacer que no nos movamos hacia adelante. Hace tiempo que considero al pasado como un trampolín que debe lanzarnos a vivir el presente y a construir el futuro. El pasado es importante como punto de referencia puesto que el que no lo conoce, no lo comprende y no analiza está condenado no solamente a estar viviendo del recuerdo, bueno o malo, sino a estar repitiendo el posible fracaso una y otra vez.
- El futuro es importante, puesto que es a donde queremos ir y lo que queremos construir. Pero no vivimos del futuro, sino del presente. El futuro lo podemos percibir negativo, cuando en realidad el 80% de los miedos que tenemos jamás llegan a ser realidad. ¿Te imaginas vivir constantemente en el miedo al futuro y dejar de vivir el presente? Hay un cuento de Tony de Mello en el que describe con tres montañeros tienen un tropiezo en la alta montaña y se despeñan al vacío. Mientras caen uno de ellos encomienda a Diosa toda su familia, otro se dedica a pedir perdón por lo que ha hecho de mal en la vida. El tercero se dedica a observar el paisaje mientras cae. De los tres, ¿quién crees que saborea más la vida? Pasado y futuro son importantes, pero la realidad es el presente, y saber vivir el presente nos da madurez y calidad de vida.
- El futuro es muy importante, pero no podemos ser esclavos de él. Es un punto de referencia, pero no debe atarnos constantemente a él. Cuando dependemos de él, además de olvidarnos de vivir el presente, vivimos en un constante proceso de ansiedad que acaba con nosotros y no nos deja caminar libres y ligeros de equipaje. Un ejemplo lo vivi en carne y hueso en una ocasión en la que tenía que subir durante horas a la montaña. Entre que era la primera vez que subía aquella montaña, que no estaba en el mejor momento físico para subirla y que tenía entre ceja y ceja una referencia que era lo alto de la cumbre comencé a olvidarme del camino y centrarme en un objetivo que no se movía del sitio y que me daba a entender que apenas me movía en mi caminar. Fueron varias veces las que me paré por el cansancio y la desesperación. En una ocasión, la última, cerré los ojos, me rendí ante el cansancio mientras el grupo me esperaba. Al abrir los ojos me di cuenta de unas flores que había alrededor, la variedad de colores, y los ruidos de la naturaleza. Ciertamente me impresionó. Decidí centrarme en ello, pues eran constantes esas imágenes en mi caminar. No tardé en llegar a la cumbre. El punto de referencia estaba allí, pero no me inquietaba ya puesto que había otros puntos a lo largo del camino que me hacían disfrutar al punto que hacía la travesía mucho más interesante.
Presente, pasado y futuro son importantes, pero lo más importante es vivir libremente el presente sin sentirse atados ni al pasado ni al futuro. Cada día tiene su afán.