29/9/15

Tolerancia: Equilibrio en uno mismo y equilibrio con los demás.


Creo en la tolerancia como una gran virtud que beneficia grandemente al que tolera y al tolerado. Y digo al que tolera porque el intolerante lleva encima una gran carga emocional, que aunque hace daño al que no es tolerado, es una carga que hace de su persona misma alguien infeliz y un auténtico manojo de emociones negativas que en nada creo que le hagan feliz. ¿Cómo llegar a ser tolerantes? La frase de Gandhi creo que es bien clara de por sí para emprender el camino hacia la tolerancia. "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra", decía Jesús.

Ese es el primer paso. La humildad de reconocer las propias limitaciones, fallos y defectos hace que seamos capaces de comprender los defectos, fallos y limitaciones de los demás. Todos llevamos algo dentro que nos hace imperfectos y frágiles. Es cuestión humana. Hay una parábola que lo deja bien claro:
A unos que confiaban en sí mismos como justos y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: "Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, diezmo de todo lo que gano". Pero el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "Dios, sé propicio a mí, pecador". Os digo que este descendió a su casa justificado[i] antes que el otro, porque cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido. 
Lucas 18, 9-14
Hay otra cosa que me llama la atención sobre la intolerancia y es que el intolerante tiene una dependencia de los demás. Lo digo en el sentido de que se fija constantemente en la parte negativa de los demás y no en la positiva. ¿Será por no tener la humildad suficiente de reconocerse en sus fallos? ¿Será que muchas veces los fallos y defectos de los demás nos ayudan a tener una autoestima más alta ya que intentamos tapar nuestras limitaciones amparándonos en la de los demás?

La tolerancia en fuente de equilibrio interno. Nos hace vivir bien con nosotros mismos y respetar lo diferente. ¿Algo se puede cambiar en uno o en los demás? Pues se cambia. ¿Qué no se puede? Paciencia, respeto y a vivir en armonía con uno mismo.


Tira la vaca.



Hace muchos años, un estudiante norteamericano con muchos deseos de aprender decidió ir a un monasterio en el Tibet en el que le iban a enseñar los secretos para vivir una vida próspera y feliz.
Un día, su maestro le dijo que iban a viajar. El aspirante muy ilusionado se preparó para ello. Estuvieron andando unos cuantos días  y finalmente, tras una curva del camino en aquellas montañas,  llegaron a un lugar triste y desolador dónde vivía una familia muy humilde en un pequeño caserío, en medio de un terreno baldío. Les pidieron alojamiento y comida y la humilde familia les acogió y compartieron con ellos lo que tenían. El estudiante les preguntó que cómo podían subsistir en aquellas circunstancias y el cabeza de familia le dijo:
-“Pues..tenemos una vaca con la que vamos tirando”. 
El aspirante le miró con interrogación y el hombre continúo
- ” La vaca nos da todo lo que necesitamos, nos da leche, nos da queso que luego cambiamos por otra comida, y ya está”.
Aquella noche, el estudiante le comentó al maestro las ganas que sentía de poder ayudar de alguna manera a aquella familia. Y le preguntó cómo podría hacerlo.
El maestro le preguntó si realmente estaba dispuesto a ayudarles.
-“Por supuesto”, dijo el estudiante
-“Entonces, ahora, cuando estén dormidos, tira la vaca por el barranco”
El aspirante asombrado contestó
-” Pero …¿cómo voy a hacer eso? ¿Qué lección es esa que dejará a esta familia en la ruina total? La vaca es lo único que tienen para subsistir! “.
El monje no dijo nada, dio la vuelta y se fue.
El estudiante estuvo mucho tiempo pensando qué debía hacer, y como respetaba mucho a su maestro, fue a buscar a la vaca y la espantó una y otra vez hasta conseguir que se cayera por el barranco.
Sintió tanta culpabilidad que se fue y ya no volvió al monasterio. Regreso a Estados Unidos y muchos días pensó en aquella pobre familia a la que había dejado sin su sustento. Así que siguió pensando y decidió ahorrar para algún día regresar al Tibet y comprarles una vaca. Se sentía muy culpable.
Al cabo de dos años,  después de trabajar duramente y reunir el dinero para comprar la vaca, el aspirante volvió a aquel lugar perdido en las montañas. Llegó al lugar y le costó reconocer la granja. Al girar en la curva del camino, donde estaba aquél edificio oscuro y lleno de desperfectos rodeado de tierras abandonadas, había ahora una hermosa mansión bien cuidada, con terrenos sembrados, rodeada de un cercado, con muchas personas trabajando en una plantación de algodón, también había un  gran huerto, un lago y patos nadando en el.
Era obvio que la muerte de la vaca había sido un golpe demasiado fuerte para aquella familia, quienes seguramente habían tenido que abandonar aquel lugar y ahora, una nueva familia, con mayores posesiones, se había adueñado de aquel lugar y había construido una mejor vivienda. Se acercó al hombre que estaba sentado en la entrada de la finca. Temiendo lo peor, se le hizo un nudo en la garganta, pero tomo impulso y preguntó
-” Perdone,  yo buscaba información de los antiguos dueños de este terreno, una familia muy humilde ¿sabría usted que fue de ellos?
El hombre le miró y dijo,
-” Sí, sí,  aquí siguen”.
- “No, no. Yo me refiero a unas campesinos que solo tenían una vaca para vender su leche y vivir de eso”.
- “Le digo que aquí siguen”.
El hombre le acompañó hasta la puerta de la granja, donde se encontró  a aquel hombre que le había brindado su hospitalidad años atrás. Parecía incluso más joven. El hombre lo reconoció enseguida.
-“Hombre, qué alegría verle de nuevo por aquí”.
El estudiante lo miró y dijo
-“pero.. Hace dos años, en mi visita por aquí, fui testigo de la profunda pobreza en que ustedes se encontraban. ¿Qué ocurrió durante estos años para que todo esto cambiara?

El señor le dijo
-” Pues mire, poco después de su visita, la vaca de la que vivíamos desapareció. Al principio nos preocupamos mucho, ¿de qué íbamos a vivir? y entonces tuvimos que pensar. La angustia y la desesperación ante el invierno que se acercaba nos llevó a buscar otra forma de ganarse la vida. Cambiamos con los vecinos parte de la leche y el queso que nos quedaba por harina, verduras y algunas semillas de algodón.
Vimos que nuestra tierra era muy buena para plantar algodón, así que limpiamos y aramos el terreno y comenzamos una pequeña plantación, que floreció enseguida. Con el algodón comenzamos a crear hilaturas y telas y empezamos a hacer intercambio por alimentos, y el resto lo vendíamos en los mercados. Con el dinero que ganamos compramos algo de ganado, y los vendíamos, con ese dinero pudimos ampliar la casa  y también plantamos verduras y comenzamos esta huerta y.. ya ve! Nos ha ido muy bien. Vamos. ¡Que fue una suerte que desapareciera la vaca!”
El discípulo estaba estupefacto y no dejaba de admirar a su Maestro aunque ya estuviera muerto. Se dio cuenta y pudo entender, aprender y sobre todo perdonar.
Camilo Cruz

28/9/15

Aprender de uno mismo y de los demás.


Abel y Caí­n llegaron a un gran lago y se acercaron a la orilla para contemplar sus aguas. 
–Aquí dentro hay alguien –comentó Abel a su hermano, sin darse cuenta de que estaba viendo su propio reflejo. 
Puesto en alerta por si se trataba de alguna criatura amenazadora, Caín levantó su bastón y se asomó a las aguas. Al ver que la imagen hacía lo mismo, permaneció muy quieto esperando el golpe. 
A su lado, Abel miraba su propia imagen en el lago, que le regaló una sonrisa. Eso le provocó una carcajada, y el ser del lago hizo lo mismo. 
Al alejarse de allí, cada uno de los hermanos se fue con una experiencia opuesta. Caín se decía: “¡Qué violentos son los seres que viven en el lago!” 
Por su parte, Abel pensaba: “¡Qué lugar tan agradable! En el lago viven seres amables y risueños”.
Paulo Coelho

La verdad es que nada es verdad no nada es mentira. Todo depende del cristal desde el que se mira. La realidad es única para todos y cada uno de nosotros. Lo diferente es la manera de mirarla, el modo de afrontarla y las decisiones que tomamos ante ella. La fábula de Caín y Abel bien podría decirse de situaciones que nos afectan positiva o negativamente. ¿Por qué reaccionamos de esa manera? ¿Qué hace que nos inclinemos más hacia el lado optimista o pesimista, positivo o negativo de la realidad?

Yo creo que es la imagen que tenemos de nosotros mismos. La proyectamos hacia afuera haciendo creer que las circunstancias nos atacan de forma constante.

Hay algo tan sencillo que podríamos hacer cuando la realidad parece superarnos, tocar nuestras fibras y hacer que respondamos de una manera un tanto desequilibrada: ¿Por qué no mirar a como reaccionan los que están a nuestro lado o frente a nosotros? ¿Por qué valores nos regimos nosotros y por cuáles se rigen ellos? ¿Qué tiene de positivo nuestra forma de mirar la realidad y en que nos impide estar confortables y a gusto?

Todo depende de nuestra forma de mirar las cosas. Y si cambiamos la forma de mirar las cosas, curiosamente, las cosas parecen cambiar; el mundo parece cambiar. Y la realidad sigue siendo la misma, pero lo que ha cambiado es la forma de verla.

Nunca está demás en profundizar en la manera en la que otras personas miran la realidad. Siempre tendremos algo que aprender.


25/9/15

Mirar a los ojos.






El comandante en jefe de las fuerzas de ocupación le dijo al alcalde de la aldea:  
«Tenemos la absoluta seguridad de que ocultan ustedes a un traidor en la aldea. De modo que, si no nos lo entregan, vamos a hacerles la vida imposible, a usted y a toda su gente, por todos los medios a nuestro alcance».  
En realidad, la aldea ocultaba a un hombre que parecía ser bueno e inocente y a quien todos querían, Pero ¿qué podía hacer el alcalde, ahora que se veía amenazado el bienestar de toda la aldea? Días enteros de discusiones en el Consejo de la aldea no llevaron a ninguna solución. De modo que, en última instancia, el alcalde planteó el asunto al cura del pueblo.  
El cura y el alcalde se pasaron toda una noche buscando en las Escrituras y, al fin, apareció la solución. Había un texto en las Escrituras que decía: «Es mejor que muera uno solo por el pueblo y no que perezca toda la nación».  
De forma que el alcalde decidió entregar al inocente a las fuerzas de ocupación, si bien antes le pidió que le perdonara. El hombre le dijo que no había nada que perdonar, que él no deseaba poner a la aldea en peligro. Fue cruelmente torturado hasta el punto de que sus gritos pudieron ser oídos por todos los habitantes de la aldea. Por fin fue ejecutado. 

Veinte años después pasó un profeta por la - aldea, fue directamente al alcalde y le dijo: «¿Qué hiciste? Aquel hombre estaba destinado por Dios a ser el salvador de este país. Y tú le entregaste para ser torturado y muerto».  
«¿Y qué podía hacer yo?», alegó el alcalde. «El cura y yo estuvimos mirando las Escrituras y actuamos en consecuencia» 
«Ese fue vuestro error», dijo el profeta. «Mirasteis las Escrituras, pero deberíais haber mirado a sus ojos».
Es curioso como a veces somos esclavos de la letra, de las ideas, de las creencias. Nos olvidamos que detrás de todo están las personas. Creo que esta historia revela una gran realidad de nuestra vida, algo que ya Jesucristo dejó ver con su estilo de vida cuando con su palabra decía que la ley era relativa y que más importante que la ley era la persona: "El hombre no fue hecho para la ley, sino la ley para el hombre." Esta era la frase de Jesús y la realidad era que curaba en sábado, que estaba prohibido, perdonaba, tocaba leprosos y un sin fin de cosas que contradecían a la ley.

En nuestra vida normal y diaria son muchas las situaciones en las que no somos capaces de mirar a los ojos de las personas que nos encontramos a diario, y cuando me refiero mirar a los ojos no me refiero simplemente al contacto visual que también es muy importante, pero a un contacto mucho más profundo que revela la realidad de otra persona que es y vive una realidad bien diferente a la nuestras.

La empatía es el mejor regalo que nos puede hacer y que podemos, al mismo tiempo, regalar a los demás. No hay nada como conocer la realidad desde nuestro punto de vista y desde el punto de vista de los demás. Es mucho más enriquecedor y humano para todos.




24/9/15

¿Quién es el más feliz?



Hablaba con una persona hace un par de días sobre una frase que a ella le llamaba la atención: "No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita". Y cuando dialogábamos sobre ello me venía a la mente que el mayor estado de infelicidad existente en el planeta tierra es precisamente entre los países que más tienen. Yo le mencionaba a él que en mi etapa en México pocas, muy pocas veces me encontré en medio de tanta necesidad a gente que no fuera feliz. Es más, incluso en medio de la necesidad abrían la mano a gente más necesitada.

Una experiencia, entre muchas, fue cuando el gran terremoto que hubo en la ciudad de México donde grandes edificios quedaron seriamente dañados y se vinieron prácticamente abajo. Recuerdo que de forma muy rápida se consiguió un camión lleno de enseres y víveres para ser repartido entre los más necesitados. Fue, para mí, un gran ejemplo de solidaridad.

La sonrisa siempre estaba en la boca de la gente. Hoy, y en medio de la sociedad consumista en la que vivimos, nos encontramos a mucha gente que "tiene de todo" pero le falta lo esencial: "ser dueño de uno mismo, de la propia vida y de la propia felicidad".

Siempre recordaré una frase que me viene muchas veces a la cabeza cuando veo gente que se queja de una forma crónica: "Si no eres feliz con lo que tienes nunca lo serás con lo que tendrás". No es cuestión de que nos resignemos a vivir la realidad que nos ha tocado vivir, sino que la sepamos vivir y disfrutar de ella para mejorarla en la medida de lo posible. Nuestros grandes maestros en esto son los niños que saben vivir el momento y dejar atrás lo que ya no tienen o lo que les gustaría tener. Viven el presente, desde lo que son y desde lo que tienen.




23/9/15

Desde el corazón.



Hubo una vez un limosnero que estaba tendido al lado de la calle. Vio a lo lejos venir a el rey con su corona y capa. "Le voy a pedir, de seguro me dará bastante" pensó el limosnero y cuando el rey pasó cerca le dijo : "Su majestad, ¿me podría por favor regalar una moneda?" aunque en su interior pensaba que el rey le iba a dar mucho.

El rey le miró y le dijo :" ¿Por qué no me das algo tú? ¿Acaso no soy yo tu rey?"


El mendigo no sabía que responder a la pregunta y dijo : "Pero su majestad...yo no tengo nada!". 

El rey respondió : "Algo debes de tener...busca!".

Entre su asombro y enojo el mendigo buscó entre sus cosas y supo que tenía una naranja, un bollo de pan y unos granos de arroz". Pensó que el pan y la naranja eran mucho para darle, así que en medio de su enojo tomó 5 granos de arroz y se los dió al rey. 

Complacido el rey dijo: "Ves como si tenías!" Y le dió 5 monedas de oro, una por cada grano de arroz. 

El mendigo dijo entonces: "Su majestad...creo que acá tengo otras cosas", pero el rey no hizo caso y dijo : 

"Solamente de lo que me has dado de corazón te puedo yo dar".

22/9/15

A la paz por el entendimiento.


Ve a mi alrededor situaciones de personas que no logro entender y que me dan pena. Somos animales sociales por naturaleza y el ser sociales no lo llevamos tan bien. Si miramos la tragedia de centenares de miles de personas que huyen de sus países por culpa del hambre y de la violencia nos damos cuenta que en el fondo subsiste un gran problema social, de dominio y de utilización del ser humano como tal. Somos sociales pero nos utilizamos y nos destruimos.

Hoy daban la noticia de otra mujer más víctima de la violencia de genero. Fue rociada con alcohol por su pareja y quemada. Está hospitalizada. Pero el poder que queremos ejercer sobre los demás denota ese complejo de inferioridad que sentimos ante nosotros mismos y que solamente salimos de él cuando sentimos que podemos dominar verbal o físicamente a otros.

¿Entenderse? Ese sería el camino pero la comunicación y el entendimiento esconde una baza que nos molesta mucho y es que a medida que escuchamos ocurren dos cosas: que nos conocemos más a nosotros mismos y a nuestros interlocutores y que nuestras idean y creencias pueden llegar a ser cuestionadas. ¿Nos da miedo a no tener razón o a que no compartan nuestra idea?

La fuerza del ser humano está en el amor que pasa por el respeto a lo diferente y al mismo tiempo al sentirse uno diferente y singular ante el mundo y ante los demás. La fuerza que ejercemos hacia los demás es un autoengaño hacia nosotros mismos.



21/9/15

Cuestión de insistencia.


Lograr algo en la vida es a veces cuestión de azar, pero son muy pocos los que logran lo que quieren apelando a la suerte. La mejor manera de conseguir lo que uno quiere es apelando a la insistencia, a la perseverancia, a la constancia y saber estar preparado para el momento adecuado.

Son muchos los logros que se han hecho en la historia, y la inmensa parte de ellos se han logrado a través de la constancia y de la perseverancia. La idea puede surgir en un momento, pero a partir de la idea vienen horas y días de trabajo constante y perseverante.

El ejemplo más claro lo podemos tener en los constantes avances científicos en la medicina que son fruto de horas, días y años de trabajo, y de un trabajo en equipo. Otro es el que podemos ver en el atletismo en los que cada año se baten records y plusmarcas mundiales. ¿Fruto de la competición de un solo día? Lo dudo. Es fruto del contante entrenamiento y puesta a punto que se realiza día a día en los entrenamientos.

Y si podemos decir que "el modo de dar una vez en el clavo es dar cien veces en la herradura", podríamos decir también que "tanto va el cántaro a la fuente, que acaba por romperse". Es la insistencia constante lo que hace que logremos lo que queremos o la insistencia en cometer los mismos errores lo que hace que obtengamos los mismos resultados que no queremos.



18/9/15

Bien con uno mismo.




Un poco antes de que la humanidad existiera, se reunieron varios duendes para hacer una travesura. 
Uno de ellos dijo: “Debemos quitarles algo, pero, ¿Qué les quitamos?” 
Después de mucho pensar uno dijo: “¡Ya sé!, vamos a quitarles la FELICIDAD, pero el problema va a ser dónde esconderla para que no la puedan encontrar. 
Propuso el primero: “Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo”. 
A lo que inmediatamente repuso otro: “No recuerda que tienen fuerza, alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está.” 
Luego propuso otro: “Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar”. Y otro contestó: “No, recuerda que tienen curiosidad, alguna vez alguien construirá algún aparato para poder bajar y entonces la encontrará”. 
Uno más dijo: “Escondámosla en un planeta lejano a la tierra”. 
Y le dijeron: “No recuerda que tienen inteligencia, y un día alguien va a construir una nave en la que pueda viajar a otros planetas y la va a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad”. 
El último de ellos era un duende que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás duendes. Analizó cada una de ellas y entonces dijo: “Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren”. 
Todos voltearon asombrados y preguntaron al unísono: “¿Dónde?”. 
El duende respondió: “La esconderemos dentro de ellos mismos, así estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán”. 
Todos estuvieron de acuerdo y desde entonces ha sido así: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo.
(Graciela Moreschi) 

 Vivimos en medio de un mundo donde las relaciones humanas se han exaltado bastante hasta el punto de que tener muchas relaciones sociales, sin tener en cuenta la calidad de éstas, se torna como algo prioritario. Hay redes sociales donde se pueden contabilizar la cantidad de amigos, seguidores o fans que tiene uno. Parece que cuantos más tengamos mejor. Curiosamente vemos que, al mismo tiempo, el problema de la soledad va en aumento y, precisamente, en un mundo donde las relaciones están al alcance de la mano. Podemos ver, curiosamente, que en grupos de amigos se atiende más a los teléfonos móviles y sus constantes mensajes que las relaciones entre amigos en sí mismas.

¿Por qué esta ansiedad de buscar y buscar muchas relaciones o amistades? ¿No estaremos "huyendo" del vacío interior o de la soledad que sentimos hacia y con nosotros mismos? ¿Estamos buscando fuera lo que no somos capaces de encontrar dentro de nosotros mismos? ¿Tenemos miedo que lo que encontramos dentro de nosotros mismos no agrade al mundo exterior?

Las relaciones sociales son importantes, enriquecen a los demás. Pero la relación con uno mismo es imprescindible, porque de lo bueno que hay en ti es desde donde comienzas a ser tu mismo y comienzas a dar a los demás. Recuerdo que el Papa Jan XXIII, que introdujo la revolución dentro de la Iglesia con el Concilio Vaticano II, se negaba a que le escribieran los discursos. El mismo decía que quería que fueran harina del propio costal. Es ahí donde comenzamos a apreciar la riqueza que hay dentro de nosotros mismos, a sentirnos a gusto con nosotros mismos y no a buscar enloquecidamente a personas que nos acepten. Cuando vean nuestra riqueza serán ellos los que se acerquen en busca de lo bueno que hay dentro de nosotros.

La peor soledad que podemos encontrar en la vida no es la que nos pueden ofrecer otras personas, que no deja de ser dura, sino la soledad que sentimos con nosotros mismos, que hace que no veamos nuestra riqueza ni que los demás la puedan descubrir en nosotros. Y como dice Phill Bosman "jamás estarás solo si tiene a los demás en tu corazón".


17/9/15

¿Se puede arreglar el mundo?

Un científico que vivía preocupado con los problemas del mundo estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. 
Pasaba días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas. Cierto día su hijo de 7 anos invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar. 
El científico nervioso por la interrupción le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado. Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiese darle con el objetivo de distraer su atención. 
De repente se encontró con una revista en donde había un mapa con el mundo, justo lo que precisaba. Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: como te gustan los rompecabezas te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin ayuda de nadie. 
Entonces calculó que al pequeño le llevaría 10 días componer el mapa, pero no fue así. Pasadas algunas horas escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente. Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo. Al principio el padre no creyó en el niño. Pensó que sería imposible que a su edad hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes. 
Desconfiado el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño. 
Para su sorpresa el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. Cómo era posible? Cómo el niño había sido capaz de hacerlo? De esta manera el padre preguntó con asombro a su hijo
- Hijito tú no sabías cómo era el mundo cómo lo lograste? 
Papá respondió el niño, yo no sabía como era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo vi que del otro lado estaba la figura de un hombre. Así que di vuelta los recortes y comencé a recomponer al hombre que sí sabía como era. Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había arreglado al mundo.
Gabriela García Marquez.

16/9/15

La peor droga.


Es fácil encontrar personas que siempre están hablando de sus problemas, de tanto hablar de ellos uno saca la conclusión de que por mucho hablar de ellos poco pueden solucionarlos. A veces uno se afianza a esa situación de victimismo en la que acapara la atención de otras personas y ello puede que le haga sentirse a gusto. Pero la vida tiene que ir por otros derroteros, unos que sean más positivos, que nos alejen de los problemas y nos hagan sentirnos felices.

Hace unos días hablaba con una persona que me decía que tenía varios clientes que no le pagaban y que había sacado ya una conclusión y era la de olvidarse de esos clientes y centrarse en los próximos que sí le pagarían. Por propia experiencia creo que tiene toda la razón del mundo. Perdemos el tiempo, gastamos energías, nos desmoraliza el tener que estar detrás de la gente y nos aparta de lo que realmente sí podemos conseguir en nuestra vida.

Me hace recordar a la vieja historia del indio que cuenta la lucha interior entre dos lobos:

Una mañana un viejo Cherokee le contó a su nieto acerca de una batalla
que ocurre en el interior de las personas.
Él dijo, "Hijo mío, la batalla es entre dos lobos dentro de todos nosotros".
"Uno es Malvado - Es ira, envidia, celos, tristeza, pesar, avaricia, arrogancia, autocompasión, culpa, resentimiento, soberbia, inferioridad, mentiras, falso orgullo, superioridad y ego.
"El otro es Bueno - Es alegría, paz amor, esperanza, serenidad, humildad, bondad,
benevolencia, amistad, empatía, generosidad, verdad, compasión y fe.
El nieto lo meditó por un minuto y luego preguntó a su abuelo:
“¿Qué lobo gana?”
El viejo Cherokee respondió: "Aquél al que tú alimentes."

Y esa es la realidad de la vida. Depende única y exclusivamente de lo que alimentamos en nuestras mentes, actitudes.

Hace unos días escuchaba a una persona explicarle a su hijo que había intentado herir a otra persona a lo largo del tiempo y que después de muchos años se dio cuenta de que la otra persona pasaba olímpicamente de ella y que la que más sufría era ella misma. ¡¡¡¡Sabio descubrimiento!!!!

Es por ello que centrarse en lo positivo y en lo que se quiere lograr es la llave de nuestro éxito y satisfacción personal.


15/9/15

Calma y tranquilidad.



Un día, el burro de un campesino se cayó en un pozo. 
El animal lloró fuertemente por horas, mientras el campesino trataba de buscar algo que hacer. 
Finalmente, el campesino decidió que el burro ya estaba viejo y el pozo ya estaba seco y necesitaba ser tapado de todas formas; que realmente no valía la pena sacar al burro del pozo. 
Invitó a todos sus vecinos para que vinieran a ayudarle. Cada uno agarró una pala y empezaron a tirarle tierra al pozo. 
El burro se dio cuenta de lo que estaba pasando y lloró horriblemente. Luego, para sorpresa de todos, se aquietó después de unas cuantas paladas de tierra. 
El campesino finalmente miró al fondo del pozo y se sorprendió de lo que vio… con cada palada de tierra, el burro estaba haciendo algo increíble: Se sacudía la tierra y daba un paso encima de la tierra. 
Muy pronto todo el mundo vio sorprendido cómo el burro llegó hasta la boca del pozo, pasó por encima del borde y salió trotando…

Es una historia que me sorprendió gratamente en su momento ya que son muchas las ocasiones en la vida en las que nos encontramos con dificultades en nuestro camino. De esta historia aprendí algo importante y es que cada obstáculo que cae sobre ti o que te encuentras por la vida te permiten sacar algún provecho. Como dice el refrán, "no hay mal que por bien no venga". Y es por ello que para aprovechar las circunstancias adversas debemos de mantener el control sobre la situaciones y sobre nuestras propias emociones.

¿Cómo aprovechar cada situación adversa? La calma y la confianza en uno mismo es la mejor manera  de hacerlo. La calma nos permite pensar, ver, observar y estar atento a cada una de las circunstancias. La confianza en uno mismo nos ayuda a aprovechar los propios recursos que llevamos dentro de nosotros.

El burro fue inteligente. Es fácil caer en el desánimo y en la desazón. Es ahí cuando nos controlan las situaciones. Pero cuando la confianza en uno mismo sobresale se despierta la agudeza, la creatividad, la proactividad tal y como hizo el burro hasta poder salir a flote y volver a ver la luz al final del túnel.


14/9/15

La sabiduría del sabio.



El lama impartía enseñanzas a los monjes y novicios del monasterio.Siguiendo la doctrina del Buda, ponía especial énfasis en captar la transitoriedad de todos los fenómenos, así como de aquietarse, retirarse de los pensamientos y, en meditación profunda, percibir en el glorioso vacío interior la voz de la mente iluminada. Mostraba métodos muy antiguos a sus discípulos para que pudieran apartarse del pensamiento y vaciar la mente de inútiles contenidos.

-Vaciaos, vaciaos - exhortaba incansablemente a los discípulos. Así un día y otro día, con la misma insistencia que las aguas fluyen en el seno del río o el ocaso sigue al amanecer.

-Vaciaos, vaciaos.

Tanto insistiera en ello, que algunos discípulos acudieron a visitar al maestro y le dijeron respetuosamente: - Venerable maestro, en absoluto ponemos en duda la validez de tus enseñanzas, pero...

- ¿Pero?- preguntó el lama con una sonrisa en los labios.

-¿Por qué pones tanto énfasis en que nos vaciemos? ¿Acaso, respetado maestro, no acentúas demasiado ese aspecto de la enseñanza?

- Me gusta que me cuestionéis - dijo el lama-. No quiero que aceptéis nada que no sea sometido al escrutinio de vuestra inteligencia primordial.

-Ahora debo llevar a cabo sin demora mi práctica meditacional, pero solicito que todos vosotros os reunáis al anochecer conmigo en el santuario. Eso sí, queridos míos, quiero que cada uno de vosotros traiga consigo un vaso lleno de agua.

Los discípulos disimularon como pudieron su asombro e incluso alguno de ellos se vio obligado a sofocar la risa.

¿Será posible? O sea, que su maestro les pedía algo tan ridículo como que todos ellos fueran al santuario portando un vaso lleno de agua. 

¿Se trataría de algún rito especial? ¿Sería una ofrenda que iban a hacer a alguna de las deidades? 

Fue transcurriendo el día con lenta seguridad. Los discípulos no dejaban de conjeturar sobre la extraña solicitud del maestro.

Unos aventuraban si no se trataría de una ceremonia especial en honor de la misericordiosa Tara; otros pensaban que tal vez era que el lama les iba a hacer leer durante toda la noche las escrituras y que el agua era para evitar la excesiva sequedad de boca; otros confesaban no tener la menor idea del por qué de la insólita petición del lama.

El sol, anaranjado-oro, se comenzaba a ocultar tras los inmensos picos que se divisaban a lo lejos. Los discípulos tomaron cada uno de ellos un vaso y lo llenaron de agua. Luego, ansiosos por desvelar el misterio, fueron hasta el santuario y se presentaron ante el maestro.

-Bueno chicos - dijo el maestro riendo con su excelente humor-. Ahora vais a hacer algo muy simple. Golpead los vasos con cualquier objeto.

-Quiero escuchar el sonido, la música capaz de brotar de vuestros vasos.

Los discípulos golpearon los vasos. De los mismos no brotó más que un feo sonido sordo, desde luego nada musical.

Entonces el maestro ordenó: - Ahora, queridos míos, vaciad los vasos y repetid la operación.

Así lo hicieron los monjes. Vaciados los vasos, golpearon en ellos y surgió un sonido vivo, intenso, musical.

Los discípulos miraron al lama interrogantes. 

El lama esbozó una sonrrisita amorosamente pícara y se limitó a decir: - Vaso lleno no suena; mente atiborrada no luce. Os deseo felices sueños.

Los discípulos, un poco avergonzados, comprendieron al momento.

Nunca habrían de olvidar aquello de "vaso lleno no suena".

"Cuando eliminamos 
los densos nubarrones de ignorancia de la mente,
en el vacío original de la misma 
surge el revelador sonido de la iluminación."

11/9/15

Ser autocríticos.


Einstein decía que la locura consistía es buscar resultados distintos haciendo siempre lo mismo. Por suerte o por desgracia somos animales de costumbres y repetimos a lo largo del día actitudes y hábitos de los que somos conscientes de que no nos reportan los resultados que queremos. Y así y a todo seguimos insistiendo una y otra vez a la espera de que aparezca la varita mágica que confirme nuestras esperanzas, ideas y costumbres.

Podemos achacar nuestra falta de efectividad a las circunstancias, a las personas que nos rodean y en el peor de los casos a la mala suerte como si la suerte tuviera la responsabilidad de lo que nos pasa o no. Muy pocas veces somos lo suficientemente valientes para cuestionar lo que hacemos y reconocer que, posible o necesariamente, tenemos que modificar algo en todo lo que hacemos.

La valentía y la responsabilidad personal nos llevan a la humildad de cuestionar lo que hacemos y lo que pensamos. Sólo con esta actitud abriremos una pequeña rendija por la que se cuelen nuevas maneras de hacer una misma cosa y con posibles resultados diferentes.

Alguien dijo en una ocasión que cada vez que te caigas no te levantes sin haber aprendido algo antes. Es ahí donde entra esa capacidad autocrítica que nos ayuda a abrir nuevos camino y a encontrar nuevas soluciones como a obtener resultados diferentes.



10/9/15

Saber cambiar.


Recuerdo la primera vez que salí de casa a estudiar fuera. Tenía tan sólo 17 años. El espíritu juvenil me llevaba a ir en búsqueda de mi ideal en la vida. Dejaba la casa de mis padres donde vivía de forma bastante cómoda para ingresar en el seminario. Reconozco que no me costó. Años más tardes cuando tuve que afrontar otros cambios, como cuando fui a estudiar a Chicago, donde tenía que enfrentarme a un gran reto en el que siempre tuve grandes dificultades, como era el inglés, la cosa ya se ponía un poco diferente pues iba a un sitio que yo mismo había elegido pero que estaba a muchas horas de mi país de origen. Y cuando tuve que enfrentar mi nueva aventura en México tengo que reconocer que sentía miedo en el cuerpo. Iba a una zona totalmente nueva para mí, tal y como era la zona indígena de Oaxaca en un entorno donde la mayoría de la población ni siquiera hablaba el español, mi lengua materna.

Lo más duro de todos los procesos de cambio no es lo que afrontas, sino lo que dejas. Miras atrás y dejas un mundo de ciertas comodidades tanto a nivel material como a nivel afectivo. Y lo pero de todo es que tendemos a fijar nuestra mente más en lo que dejamos que en aquello que elegimos. Lo mismo le pasaba al pueblo de Israel que en su particular éxodo echaban en falta las cebollas de Egipto que representaban cierta comodidad en medio de su falta de libertad y de esclavitud.

Cuando te das cuenta de que la llave del éxito está en lo que eliges y no en lo que dejas todo empieza a cambiar. Lo que eliges comienza a ser un reto, una aventura, una meta por la que luchas y tu mente está encauzada y enfocada en ello. Lo que dejas comienza a dejar de ser tan importante y tu vida comienza a abrirse a aquello en lo que estás enfocado y es cuando empiezas a ver claro. Mientras lo que dejas oscurece tu mente, lo que persigues la abre a la nueva realidad y te lleva a un mayor crecimiento y a enriquecer tu vida de una manera que jamás te imaginabas.

El cambio siempre es duro, pero cuando te abres a él te enriquece y hace que desarrolles aspectos de tu vida que jamás imaginarías. Y todo por una sola actitud: enfocarse en lo que se quiere y no en lo que te frena, ata o condiciona.



9/9/15

Abrirse a lo nuevo.




Es una ley tan inmutable como eterna: 
tarde o temprano, 
lo viejo muere, 
dando paso a lo nuevo.

Borja Vilaseca.

Y lo decía también Jesús en el Evangelio: "Si el grano de trigo no cae y muere, no da fruto". Nos guste o no la vida está compuesta de un proceso evolutivo muy parecido al de la persona humana: Nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos, o nos transformamos.

En la vida económica y social pasa otro tanto de lo mismo, el cambio que se produce en las sociedades hace que haya cosas que desaparezcan para dar paso a nuevas experiencias. No lo podemos cambiar a no ser que seamos nosotros mismos los que evolucionemos y seamos parte del mismo cambio.

También es una realidad humana el que nos aferremos al pasado y a circunstancias vividas y que nos cueste soltar amarras y dejar irse lo que parecía algo eterno en nuestra vida. Pero la vida es un constante devenir, un cambio constante que nos cuesta asumir.

Mientras nos centramos en el dolor por la perdida de lo que ha sido algo confortable para nosotros hay cantidad de experiencias que pasan y acontecen a nuestro alrededor de las cuales podemos no darnos cuenta si estamos centrados y focalizados en lo que se va o ya no existe. La experiencia nos dice que años más tarde la vida nos sigue aportando cosas que no hubieran sucedido si no hubiéramos soltado amarras  y la vida nos hubiera obligado a desprendernos de algo.

Abrirse a la vida, a las nuevas circunstancias, a lo que sucede a nuestro alrededor y a todo el potencial que hay dentro de nosotros es la clave para poder vivir los momentos de cambio de una forma mucho más positiva, eficaz y de crecimiento personal.

El cambio es parte de la vida, y como parte de ésta siempre viene con grandes oportunidades y retos a nivel personal y social que ayudan a crecer personal y socialmente a todos.


8/9/15

Todo fluye, todo cambia.



No hay nada que dure para siempre. 
Todos los sistemas sociales, 
políticos, financieros y energéticos 
que hemos ido ­creando 
han tenido un origen, 
un punto de máxima expansión, 
un proceso de decadencia 
y su consiguiente transformación.

Borja Vilaseca

Es una realidad como las cosas han ido cambiando a lo largo de los tiempos, desde los sistemas políticos, costumbres e incluso cierto tipo o bastantes creencias religiosas, algunas de las cuales si no las aceptabas te llevaban directamente hasta la muerte.

La vida es así y en cada proceso de cambio surgen dificultades, turbulencias, inconvenientes y un sin fin de desajustes que nos inquietan porque nos apartan de la seguridad de nuestros usos y costumbres, así como de la propia seguridad de nuestras ideas y creencias.

Si de algo sirve el pueblo escogido por Dios, el pueblo de Israel, se dominaba un pueblo errante, que iba de un lado a otro en busca de la tierra prometida. Un pueblo que no vivía en la eterna seguridad que puede producir el estar asentado en la propia tierra, familia, trabajo, valores y costumbres.

Si miramos hacia atrás podemos darnos cuenta de lo efímero que pueden ser tantas cosas que en su momento eran tan importantes que llegábamos a enemistarnos, a luchar o incluso a romper lazos familiares. A medida que avanza la vida nos damos cuenta de lo relativo que pueden llegar a ser tantas cosas que hoy absolutizamos y nos hacen realmente infelices.

Todo fluye y todo cambia, y con ello aprendemos a relativizar cosas y personas que quitan nuestra paz y nuestra alegría en la vida. Lo realmente importante en la vida es lo que nos depara cada día y lo que podemos aprender de cada instante de la misma vida.

Y si no que le pregunten a nuestros mayores que, por norma general, consienten más a los niños que los propios padres. ¿Por qué? Tal vez porque la experiencia de la vida les enseña que todo pasa y, por ello, todo es relativo. Lo único que no es relativo es la vida que amanece cada día y que nos toca vivir.

Hay un anuncio muy bonito en la televisión estos días sobre dos situaciones normales de la vida diaria en niños y adultos. Pones a los adultos juntos en una situación y a los niños en otra. Los adultos viven ensimismados en sus cosas mientras que los niños se relacionan entre sí. Al final de la situación vivida hay una pregunta: ¿Has conocido o hecho algún amigo nuevo hoy? Los adultos dicen no; los niños dicen sí.

La vida es efímera cuando te amarras a un sólo aspecto de ella. Es energía cuando te abres a conocerla y a profundizar en ella. Por eso la vida no se acaba, se transforma.


7/9/15

La esperanza es lo último que se pierde.



Cuatro velas se estaban consumiendo tranquilamente. El ambiente estaba tan silencioso que se podía oír el diálogo entre ellas.
La primera dice: “¡Yo, soy la Paz! A pesar de mi luz, las personas no consiguen mantenerme encendida.”

Y disminuyendo su llama, se apagó totalmente.

La segunda dice: “¡Yo me llamo Fe! Infelizmente soy superflua para las personas. Porque ellas no quieren saber de Dios, por eso no tiene sentido continuar quemándome.”
Al terminar sus palabras, un viento se abatió sobre ella, y ésta se apagó.

En voz baja y triste la tercera vela se manifestó: “¡Yo soy el Amor! No tengo más fuerzas que quemar. Las personas me dejan de lado porque solo consiguen manifestarme para ellas mismas; se olvidan hasta de aquellas que están a su alrededor.”
… Y también se apagó.

De repente entró una niña y vio las tres velas apagadas. Y dijo: “¿Qué es esto? ¡Ustedes deben estar encendidas y consumirse hasta el final!”
Entonces, la cuarta vela, habló: “No tengas miedo niña, ¡mientras yo esté encendida, podemos encender las otras velas!”

Entonces la niña tomó la vela de la ESPERANZA y encendió las que estaban apagadas.