No es la primera vez que oigo decir que la autoayuda no es suficiente y que, incluso muchas veces, puede ser una especie de fraude al punto de perjudicar al que quiere beneficiarse de ella.
Desde mi punto de vista la autoayuda es fundamental. Es el primer paso que uno da para ayudarse a salir de cualquier situación en la que no se siente a gusto o que ve que no le ayuda a crecer y a vivir como persona.
Pero la autoayuda no es simplemente ponerse a leer libros, que los hay en abundancia, sobre el tema. Hay quien puede sacar provecho de ello y a quien con ello le resulta más que suficiente para encaminarse en la vida.
Lo importante es que la ayuda no se quede simplemente en eso, en leer, sino en un leer que lleva a tomar actitudes, responsabilidades y que opta por dar pasos no simplemente para solucionar conflictos, sino para llegar a conseguir los resultados.
Curiosamente uno se puede encontrar en los libros de autoayuda, o en la reflexiones propias, con pasos a dar que pueden ser muy interesantes tales como consultar con un especialista, con un amigo, con un asesor o con alguien que ha pasado por la misma situación resolviéndola satisfactoriamente.
Vivimos en un mundo totalmente interdependiente. Dependemos de nosotros mismos y también de los demás. Pero es la confianza en nosotros mismos la que nos ayudará a tener confianza en los demás sin llegar a depender de ellos.
Hay algo claro, el proceso lo realiza uno mismo, con o sin ayuda de otros. Uno es el que toma las decisiones lea lo que lea o escuche lo que escuche de los demás. Nadie puede decidir por nadie, ya que en la decisión a tomar hay experiencias, valores, creencias y sentimientos que no todo el mundo puede llegar a comprender.
Dentro del proceso de autoayuda es importante:
- Saber cuestionarse o hacerse preguntas sobre uno mismo. Es el paso más difícil. La raza humana tiene un miedo atroz a conocerse a sí mismo. Pero si queremos ayudarnos no hay otro paso como el conocernos personalmente y aceptar muchas veces las preguntas que vienen de afuera, aunque no las contestemos a la persona que nos las hace, pero si el contestárnoslas a nosotros mismos. La verdad, y la verdad sobre nosotros mismos en nuestra única puerta para poder ayudarnos.
- La experiencia es la madre de la ciencia. Podemos leer libros cargados de creencias, valores e ideas muy bonitas. Tal vez muchos de los que nos aportan toda esa sabiduría no han pasado por el trance que estamos pasando nosotros. Quien más nos puede ayudar es quien ha vivido y ha pasado por nuestra situación. La venta de ideas puede resultar muy bonita, pero el testimonio y la vida real es mucho más efectiva. Somos nosotros los que tenemos que recorrer el camino. Nadie puede ocupar nuestra situación y tomar decisiones por nosotros.
- Harina del propio costal. Decía Juan XXIII que sus discursos y homilías eran harina de su propio costal, es decir, partía de su propia experiencia, creencia y valores. El mejor trabajo de autoayuda que podemos hacer con nosotros mismos y con los demás es el de hacernos valer por nosotros mismos. No hay nada como conseguir objetivos y deseos por propio convencimiento y con las propias manos. Nadie valorará mejor su trabajo que quien lo ha realizado. Muchas veces queremos que nos lo den hecho, pero lo más gratificante es cuando lo conseguimos por nosotros mismos. Nadie come la comida por nosotros, y si lo hacen moriremos de hambre mientras ellos continúan viviendo.
- Nosotros generamos nuestras propias ideas, creencias y experiencias. Somos los protagonistas de nuestra vida. Nadie vive por nosotros. Nosotros somos sujetos y los actores de nuestra propia vida. Somos los que llevamos las riendas de nuestra propia vida. Si nos equivocamos, lo haremos nosotros y no echaremos la culpa a nadie. Si acertamos, también lo haremos nosotros y podemos sentirnos orgullosos de ello.
- Me conozco, pienso, decido y actúo, luego existo. En la medida en que elegimos nuestro modo de vida y decidimos libremente, vivimos.