Hay algo en la vida que se llama equilibrio y que no debemos obviar. Es algo que reporta a nuestra vida una calidad y un crecimiento en los distintos sentidos.
Muchas veces nos sentimos atrapados por el trabajo. Vivimos por y para el trabajo. Parece que nada más hay bajo el sol. Muy probablemente le dedicamos más de ocho horas al día. Muchas veces nos lo llevamos para casa. Hay quien llegada la edad de la jubilación no encuentra más sentido a la vida que lo que ha hecho y yace en el más absoluto aburrimiento al punto de no ni ir una vida llena de alegría y felicidad. La ilusión se pierde y muchas veces la vida se v con ella.
Otro tanto puede ocurrir con la vida de familia. Le hemos dado una importancia tal que influye positiva o negativamente en nuestro rendimiento laboral. Una buena vida de familia no depende ddl tiempo, aunque ello influye considerablemente en ello, sino en la calidad de le damos a ella. Hay quien en medio de hijos y hermanos, de los cuales está rodeado todo el tiempo, se encuentra sólo.
Están también las aficiones y el momento lúdico.Son espacios para crecer, expandirse como persona y desarrollar las propias cualidades y aficiones de cada uno. Es curioso que, cuando nos desarrollamos con normalidad en aquello que nos gusta solemos rendimos más en la otras áreas de la vida.
Incluso hay momentos, como me decía una cuñada mía, hay que aprender a tener momentos en los que no haces nada, momentos en los que experimentas la libertad, donde la mente y el espíritu divagan por partes insospechables en donde se abren y alimentan de la novedad.
Hay un momento para cada cosa bajo el cielo, y sobare vivir el momento y dejarse enriquecer por él es parte de la sabiduría de la vida.