El primer paso para poder conseguir un objetivo es tener claro lo que uno quiere conseguir. Muchas veces tenemos una idea vaga de lo que queremos y por ello no conseguimos alcanzar lo que queremos pues no es del todo específico. Mientras la señal sea borrosa no sabremos con claridad el rumbo que tomamos.
- Las metas tienen que ser concretas. No es lo mismo tener el deseo de adelgazar que tener claro el peso que quieres alcanzar. Cuando concretas algo y lo defines bien sabes el proceso que tienes que seguir. Saber que tienes que adelgazar 10 kilos pone en tu mente otro número importante, el peso al que quieres llegar. Tener la meta clara, el peso concreto al que quieres llegar, te obliga de una manera u otra a tener un punto de referencia en la báscula, en la mente y en el proceso que tienes que seguir.
- Lo mismo sucede en el plano económico. No es lo mismo querer ganar dinero que tener la meta de conseguir 50.000€. Si quiero conseguir una cantidad de dinero concreta me obliga a pensar en el tiempo que quiero alcanzar esa cantidad. Si el tiempo lo divido por el número de años, meses o semanas, se lo que tengo que conseguir en cada uno de esos periodos. Y una vez sabido esto tengo que programar mis actividades para conseguir un número de ventas, de clientes o de objetivos en cada una de las actividades que quiero conseguir.
- Si lo que me planteo es la felicidad o el bienestar no puedo quedarme en conceptos ambiguos. ¿Qué es para mi ser feliz? o más concretamente, ¿cómo soy feliz, que es lo que me hace feliz a mi cada día o lo que me haría sentir feliz? Cuando yo se que el caminar, el relacionarme con la gente, el poder trabajar en algo muy concreto me hace feliz, es entonces cuando tengo que diseñar los pasos para hacer eso que me hace feliz o sentirme bien.
Recuerda que cada día
algo, aunque sea un solo paso,
tienes que dar
en el camino que quieres realizar.